martes, 4 de febrero de 2025

EL PRIMER VÍA CRUCIS EXTERNO DEL AÑO, CON EL CRISTO DE LA BUENA MUERTE


Si el pasado 26 de enero el Señor de las Penas de San Roque protagonizaba el primer vía crucis del año recorriendo el interior de su templo, este sábado se celebró el primero con carácter externo, por las calles. Como cada año, es el Cristo de la Buena Muerte de la Hermandad de la Hiniesta el primero en salir de su templo para el rezo de las catorce estaciones; un culto que comenzó a las seis de la tarde, rezándose la primera dentro de la Parroquia de San Julián.
La cruz de guía iniciaba el cortejo, tras la que iban bastantes parejas de hermanos con cirios color tiniebla. Luego iban el estandarte corporativo y la junta de gobierno también con cirios antes de los integrantes de la Capilla Musical De Jesús y el cuerpo de acólitos con cuatro ciriales.




Los encargados de portar al crucificado de Castillo Lastrucci en los primeros metros del recorrido fueron miembros de la Agrupación Musical Santa María Magdalena de Arahal, formación que lo acompaña cada Domingo de Ramos en su estación de penitencia. Así lo hicieron desde el momento de la salida y hasta la plaza de Moravia, casi en el inicio del Pasaje Mallol, siendo las andas comandadas por los Ariza, capataces de la hermandad.

































Por Pasaje Mallol, el Cristo de la Buena Muerte buscó el Convento de Santa Paula, el primero en el que iba a hacer estación durante el vía crucis. Llegó a entrar en el templo cuando ya anochecía en esta invernal tarde sevillana.
































Tras unos instantes junto a las religiosas del convento rezando una de las estaciones del vía crucis, el Cristo de la Buena Muerte salió y se encaminó al cercano Convento de las Siervas de Jesús, al que seguirían luego distintas paradas en la Capilla de los Servitas, en la Parroquia de San Marcos y en el Convento de Santa Isabel.













Cuando finalizó el vía crucis, ya de regreso en San Julián, los priostes de la hermandad comenzaron el montaje del besapié que tuvo lugar al día siguiente. El Cristo fue colocado en el presbiterio alto, tras la mesa del altar, con las mismas flores variadas que en el vía crucis llevó en la base de la cruz. 
A los lados de la imagen había dos parejas de altos blandones dorados con cirios blancos, y entre cada una de ellas se dispusieron dos jarras del paso de palio sobre sendas columnas de base cuadrada con decoración pictórica. Detrás, cubriendo el retablo mayor, se podía ver un cortinaje de damasco rojo y un dosel ante el que estaban la Virgen de la Hiniesta Dolorosa y Santa María Magdalena entre numerosos candeleros. 
Y ante dichas imágenes se veían varias jarras más y cuatro guardabrisas, todo ello dispuesto a un lado y a otro de un manifestador con una pequeña Virgen de la Hiniesta Gloriosa. Finalmente, en los laterales de todo el montaje estaban situados seis candelabros de plata, tres a cada lado.


























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