La Hermandad de la Quinta Angustia está celebrando esta semana su quinario, motivo por el que todas las imágenes de su misterio están presidiendo la Parroquia de Santa María Magdalena. Entre ellos, por supuesto, se encuentra Nicodemo, que ha pasado más de ocho meses en el taller de Esperanza Fernández Cañero, quien ha estado trabajando en su restauración.
Fue a finales del pasado mes de mayo cuando Nicodemo dejó solo a José de Arimatea sujetando las sábanas desde la parte más alta de la cruz del Cristo del Descendimiento (ver). En este tiempo, la imagen ha sido intervenida por la restauradora, que ha actuado sobre la policromía y en la reparación de diferentes daños que presentaba la talla, pero que también ha sustituido la estructura interna reforzándola. De hecho, ahora Nicodemo pesa algo más que antes de esta restauración.
Después de la próxima Semana Santa será el turno de José de Arimatea, que también pasará por las manos de Esperanza Fernández Cañero, quien ya restauró al Señor del Descendimiento, a la Virgen de la Quinta Angustia y al Resucitado que recibe culto también en la Capilla del Dulce Nombre de Jesús, dentro de la Parroquia de la Magdalena.
En cuanto al altar del quinario, está adornado con claveles rojos dispuestos en un friso y en dos parejas de jarras, e iluminado por diversos candeleros dorados con cera blanca. En los laterales hay dos ángeles mancebos portando faroles, y entre las parejas de jarras mencionadas se encuentran los dos ángeles de Pedro Roldán de 1659 que también han sido recientemente restaurados debido a su presencia en la exposición ''Pasión y Gloria'', que tuvo lugar en la Fundación Cajasol entre el 26 de noviembre y el 5 de enero pasados (ver).
Durante la celebración del quinario, el altar de la capilla de la hermandad está presidido en solitario por el Dulce Nombre de Jesús ante una cruz vacía con dos escaleras y unas sábanas.
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