martes, 15 de diciembre de 2015
LOURDES HERNÁNDEZ DEVUELVE A ÚBEDA EL DESAPARECIDO CRISTO DE LA CAÍDA
La imaginera sevillana Lourdes Hernández ha sorprendido con la magnífica talla del Cristo de la Caída, que hasta el domingo puede contemplarse en la capilla sacramental de la Iglesia del Santo Ángel, donde ha vuelto hace escasas fechas el Cristo de los Desamparados, de Martínez Montañés.
Gracias a una gran labor investigadora, a través de las escasas fotografías que se conservan, la imaginera ha reproducido la talla del Nazareno de la Caída de Úbeda, una devotísima imagen que había realizado José de Mora (1642-1724), perteneciente a la Escuela Granadina, y que fue destruido en el incendio intencionado del Convento Carmelita de San Miguel en 1936.
Aunque en 1942 la hermandad adquirió una nueva imagen del Señor Caído bajo el peso de la cruz de Mariano Benlliure, ahora un particular ha querido encargarle a Lourdes Hernández una réplica lo más exacta posible de la imagen perdida.
El resultado es una bellísima imagen caracterizada por presentarse sin túnica, sólo con un sudario, con ambas rodillas en el suelo, la mano derecha apoyada en una roca y la cruz sobre el hombro izquierdo. Además, presenta una cabellera de pelo natural, una corona de espinas y potencias plateadas, dientes de marfil y ojos de cristal.
El parecido con la imagen perdida es admirable, así como la reproducción de la postura y los rasgos faciales y corporales del Señor, que volverá a recibir culto en el convento incendiado en el 36.
Sin duda, Lourdes Hernández ha conseguido pasar con nota muy alta lo que ella misma ha considerado un gran reto profesional, para el que además ha tenido que realizar diferentes estudios acerca de las técnicas de policromía de la época y la escuela en las que se enmarcaba la imagen original.
Hay que recordar que los carmelitas descalzos fueron grandes propagadores de la devoción al Nazareno con la cruz al hombro debido a un capítulo destacado de la biografía de San Juan de la Cruz, quien siendo prior del convento de Segovia halló una pintura con esta iconografía, la restauró y la ubicó en un altar. Un día, ante dicho altar, San Juan de la Cruz oyó unas palabras que le decían "Fray Juan, pídeme lo que quisieres por estos trabajos que me has hecho"; a lo que éste respondió: "Señor, padecer y ser despreciado".
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