miércoles, 10 de junio de 2020

UN PASEO POR LA VÍSPERA DE UN CORPUS DIFERENTE, CASI IMPERCEPTIBLE


La foto que abre este reportaje lo dice todo. Podría haber sido tomada en cualquier momento del año. Pero es de la tarde de este mismo miércoles, víspera de la festividad del Corpus Christi. La imponente Custodia de Arfe se alza en medio de la sala de acceso al tesoro de la Catedral, iluminada por la luz que se cuela en el atardecer, ya sin demasiada fuerza, por sus dos ventanales.
A un lado y a otro, la talla de San Fernando de Pedro Roldán y la Inmaculada de Alonso Martínez. Ambas tallas, junto a la propia Custodia, deberían estar ya sobre sus respectivos pasos preparados para la procesión eucarística de mañana. Tres pasos que no veremos en las calles, como tampoco veremos el de la Santa Espina, la Custodia Chica, que en el interior de una vitrina se expone para unos turistas que hace meses que no llegan junto a la propia Inmaculada.






Saliendo del tesoro por la capilla anexa a la del Cristo de la Clemencia de Martínez Montañés, pasamos por la Capilla Real, presidida por la Virgen de los Reyes, y alcanzamos la capilla de San Pedro, donde se encuentra actualmente el Niño Jesús del Sagrario, al estar cerrada al culto por obras la Parroquia de San Clemente, más conocida como el Sagrario de la Catedral. Es otra de las imágenes que mañana deberíamos ver por las calles, pero tampoco será.



Su paso está en el lado contrario de la Catedral, entre la Puerta de la Asunción y el trascoro. En lugar del Niño Jesús, vemos bajo su pequeño templete de plata un ostensorio.




Y perfectamente adornado con flores vemos finalmente el altar del Jubileo, donde permanecen los titulares de otros dos pasos de la procesión que no saldrá: San Isidoro y San Leandro. La misa solemne de mañana se celebrará ante este altar antes de una breve procesión claustral en la que el obispo de Sevilla, Juan José Asenjo, portará el Santísimo por las naves y bendecirá a Sevilla asomándose a la Avenida de la Constitución por la Puerta de la Asunción.


Salimos a la calle y buscamos señales del Corpus en escaparates o balcones. La Plaza de San Francisco está desangelada. No están las dos portadas ni el altar de la Virgen de la Hiniesta. Lo único que se ve, y encima el viento lo ha replegado, es un repostero con el emblema municipal que cuelga de la ventana central del Ayuntamiento. Quizá el repostero piense que, sin rastros de fiesta, no le corresponde estar donde está.



Pocos escaparates recuerdan al paseante que mañana es uno de los días grandes de Sevilla. Hay que agradecer el detalle, en cualquier caso, a esos comerciantes fieles con la tradición, pese a que el Ayuntamiento no ha caído en convocar al menos sus concursos de escaparates y balcones. De éstos últimos, por cierto, sólo podemos hacer alusión a uno en la calle Álvarez Quintero. Está presidido por un Niño Jesús que mira hacia la Cuesta del Bacalao. Da pena pensar que el Niño aguarda una procesión que no va a pasar.












Finalmente, se agradece ver a los cofrades de la Hermandad del Amor trabajando en montar un pequeño altar, mucho más sencillo que los habituales (premiados varios años), pero en el que como siempre la protagonista es la Virgen de las Aguas, que se asoma a la calle Villegas tras darse la vuelta en su camarín. Apoyados en la reja de la ventana, un centro de flores y dos ángeles portando espigas de trigo y racimos de uvas. Y en el centro, un ostensorio.
Se cuida hasta el mínimo detalle, dado que un hermano desde la calle le indica a otro cuánto y en qué dirección debe girar el escudo de la hermandad colocado en la parte superior de la ventana hasta quedar perfectamente recto.


Faltan altares, balcones, escaparates, movimiento de personas contemplándolos, visitas a la Catedral para ver los nueve pasos de la procesión, y la Hiniesta llegando a la Plaza de San Francisco y subiendo hasta su altar mientras suena "Salve Hiniesta" y las campanas de la Catedral repican a las doce en punto de la noche. Tampoco habrá madrugón para asistir al traslado del Señor de la Cena, ni alfombra de romero en el suelo, ni sillas... Pero es Corpus en Sevilla y así ha venido en este 2020.

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