viernes, 1 de junio de 2018
CORPUS 2018: TRASLADO DEL SEÑOR DE LA CENA CON CAMBIO DE ITINERARIO
El Señor de la Sagrada Cena, en el paso del Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia, volvió a conformar uno de los altares montados para la procesión eucarística de la Catedral con motivo de la festividad del Corpus Christi. Fue, como es habitual, el último de los altares con los que se encontró el cortejo de la larga procesión, dado que estaba situado en la portada del Palacio Arzobispal que da a la calle Placentines.
El traslado contó con un itinerario diferente al acostumbrado por dos razones; en primer lugar, porque el paso tuvo que salir de la Parroquia de San Román, al estar la Iglesia de los Terceros cerrada por obras de restauración; además, no pasó por la calle Santa Catalina, Plaza Ponce de León y Francisco Carrión Mejías por la existencia de unas obras en esta última calle, sino que desde Capataz Manuel Santiago hasta la Plaza de San Leandro tuvo que ir por Alhóndiga.
Estos cambios obligaron a adelantar la salida en quince minutos, por lo que fue a las seis y cuarto de la mañana cuando se abrieron las puertas de San Román y comenzó a salir el cortejo, formado por dos tramos distintos de hermanos portando cirios rojos. El primer tramo lo encabezada la cruz alzada con manguilla entre ciriales, mientras que el segundo iba precedido por el guión sacramental de la hermandad. Asimismo, antes de la presidencia iba el estandarte corporativo, y detrás, ante el cuerpo de acólitos, la Escolanía María Auxiliadora y el quinteto de metales Air Brass, compuesto por miembros de la Banda de Las Cigarreras.
Pronto los seis ciriales que iban delante anunciaron con su salida la del paso, que estaba en la nave del Evangelio mirando hacia el altar que ocupan los titulares de la Hermandad de la Exaltación. Alfonso Morillo, capataz del paso del Cristo de la Humildad y Paciencia, fue el encargado de comandar también al Señor de la Cena en este traslado. Vestía la imagen túnica blanca de tisú y el mantolín morado bordado en oro que va junto al otro Cristo de la hermandad durante la estación de penitencia del Domingo de Ramos. Y en cuanto al exorno floral, compuesto por diferentes especies de tonalidad blanca, no faltaron los racimos de uvas y las espigas de trigo.
Nada más salir a la Plaza de San Román, el quinteto Air Brass no tocó "Cantemos al amor de los amores", que la dejó para un poco más adelante, en la calle Sol, sino la Salve a la Virgen de la Victoria, como guiño de la Hermandad de la Cena a la Coronación Canónica de la dolorosa de las Cigarreras, prevista para el próximo 13 de octubre.
Al pasar por la calle Sol, el Señor de la Cena se paró ante la puerta de la Iglesia de los Terceros, que este año no ha visto salir a este paso rumbo al Palacio Arzobispal. Después, a un ritmo bastante acelerado que se iba a mantener durante todo el recorrido, el Señor pasó por la Plaza de los Terceros hacia la calle Capataz Manuel Santiago.
A continuación, el Señor de la Cena se desvió del itinerario habitual pasando junto a la puerta ojival de la Iglesia de Santa Catalina, donde todavía vemos una de las tallas de piedra de la que fuera portada de Santa Lucía a medio limpiar (¿de verdad la van a dejar así cuando se reabra el templo?), y continuó en línea recta recorriendo la calle Alhóndiga hasta su confluencia con la Plaza de San Leandro.
En este punto, el paso recuperó su recorrido de cada día de Corpus por la calle Zamudio, para continuar por la Plaza de San Ildefonso y las calles Boteros, Odreros, Jesús de las Tres Caídas y Cuesta del Rosario.
Con más acompañantes junto al paso del que había cuando salió, aunque es cierto que ya entonces pareció notarse un incremento respecto a años anteriores, el paso con el Señor de la Cena bajó la Cuesta del Rosario y se internó por la calle Francos recorriendo a partir de aquí la parte final del itinerario que después iba a seguir la procesión eucarística de la Catedral.
Esto hace que cada año el romero esparcido en el suelo vaya siendo apartado hacia los laterales de las calles por parte de los servidores que van a delante del paso, por no hablar del que van arrastrando los propios costaleros y los faldones conforme van avanzando. Sería cuestión de no esparcir el romero por estas calles finales hasta que no haya pasado el Señor de la Cena porque da la sensación de que el trabajo que hacen los operarios es destrozado antes de tiempo.
Más adelante, el Señor de la Cena tomó un tramo de Placentines y bajó Argote de Molina y Conteros buscando la calle Alemanes.
Finalmente, por Alemanes y Placentines, el Señor de la Cena llegó hasta la portada lateral del Palacio Arzobispal y entró. En un principio fue arriado el paso con el Señor bajo el mismo dintel, pero después un hermano indicó que debía moverse más hacia el interior por si a las palomas les daba por hacer de las suyas.
Ya detenido el paso, y con el quinteto de metales y la escolanía en la acera contraria interpretando las últimas piezas del acompañamiento, el Señor quedó detenido a la espera de la llegada del cortejo completo de la procesión eucarística, a cuyo término iba a regresar a San Román.
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