martes, 12 de noviembre de 2019

EL MANTO DE LA VIRGEN DE LAS LÁGRIMAS: UN SIGLO DE ORO


La Hermandad de la Exaltación ha celebrado el centenario del manto procesional de Nuestra Señora de las Lágrimas con la exposición conmemorativa "Un siglo de oro", que se ha celebrado en la sede del Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla y que se clausuraba este lunes.
Ha sido ésta una exposición breve, tanto en duración, dado que sólo ha estado abierta al público durante cuatro días, como en contenidos, ya que la cofradía ha querido centrar el protagonismo de la muestra en el propio manto y tanto éste como otros enseres que podían contemplarse ocupaban exclusivamente el patio del Mercantil.
Varios paneles colocados en diversos puntos ayudaban a contextualizar lo expuesto: no sólo lo que supuso el manto en sí, sino que también se ofrecían apuntes sobre la trayectoria e importancia del taller de Hijos de Olmo, que fue el encargado de la confección de esta pieza de gran valor artístico.
En lo que respecta al taller, se indicaba cómo durante el primer tercio del siglo XX, cuando era Juan Manuel Rodríguez Ojeda el máximo exponente del arte del bordado, el taller de Hijos de Olmo se hizo también un importante hueco gracias a sus originales diseños y su virtuosismo técnico. El máximo responsable del taller era José del Olmo Hurtado, aunque los diseños correspondían a Herminia Álvarez Udell y la dirección de la confección a Concepción Fernández del Toro.
En 2015, por el centenario del diseño del manto de la Virgen de la Concepción, la Hermandad del Silencio organizó una exposición sobre este taller, logrando reunir en ella un buen número de obras; entre ellas, precisamente, el manto de la Virgen de las Lágrimas (ver).
Fue el estreno del manto de la Virgen de la Concepción el que hizo que otras hermandades confiaran al taller de Hijos de Olmo la realización de sus obras de bordado. Así ocurrió en 1918 con el antiguo palio de la Esperanza de Triana, con el propio manto de la Virgen de las Lágrimas en 1919 o con el conjunto de palio y manto de la Virgen del Patrocinio, de la Hermandad del Cachorro, entre 1923 y 1924.
Precisamente, resultaba curiosa en el panel que informaba acerca del taller la inclusión de una fotografía donde todo el personal aparecía junto al techo del palio de la Virgen del Patrocinio, con el bordado recién finalizado.


Centrándonos en el manto de la Virgen de las Lágrimas, hay que indicar que fue en 1916 cuando la Hermandad de la Exaltación quiso encargar a Juan Manuel Rodríguez Ojeda un nuevo manto, a juego con el palio que el propio Ojeda había diseñado, y que es también el que sigue cobijando cada Jueves Santo a la dolorosa de Santa Catalina.
Sin embargo, un año más tarde la cofradía aprobaba un diseño distinto, el del taller de Hijos de Miguel del Olmo, en cuyo contrato se indicaba que el estreno tendría lugar en 1918 con un coste de 17.000 pesetas. Además, la hermandad pagaría 2.000 pesetas por unos respiraderos de malla y 400 más por una saya.
Pero a principios del año previsto para la entrega, el taller avisa de que no podrá cumplir el plazo estipulado, pero se comprometía a regalar a la hermandad en compensación una saya de tisú de plata bordada en oro y piedras preciosas, pieza que también formaba parte de la muestra. Sin embargo, la saya que hoy conocemos no mantiene el diseño original, dado que en los años 60 fue restaurada por Joaquín Ojeda, que la pasó a nuevo soporte y le añadió pedrería de color azul.


Sobre la saya se exponía también una mantilla de encaje de oro confeccionada por un autor desconocido a mitad del siglo XX y que comenzó a utilizarse como toca de sobremanto a partir de los años 50.


El manto originalmente estaba bordado en oro sobre terciopelo azul, al igual que el palio, aunque en 1966 se cambió el soporte a tisú grisáceo en una intervención llevada a cabo por las religiosas del Convento de Santa Isabel, que igualmente modificaron el diseño de Herminia Álvarez Udell. No sería hasta 2010 cuando el manto recuperaría el dibujo original tras una concienzuda restauración por parte de Jesús Rosado.
El diseño de Álvarez Udell está dominado por la simetría y se articula a través de la yuxtaposición de patrones geométricos ordenados en grecas o franjas en torno a un campo central y organizados a eje, teniendo en cuenta la caída de la tela según su disposición en el paso. Según se explicaba en los paneles, aunque la traza del manto mantiene la inspiración de la ornamentación tradicional de los damascos y brocados históricos, se aleja de la línea oriental de los bordados de la Hermandad del Silencio a favor de una impronta renacentista que modera la estilización de la decoración vegetal y del entrelazado de los galones de la banda perimetral.
Capítulo aparte merece la diversidad de flores que aparecen bordadas a lo largo del manto, siguiendo el simbolismo asociado a la Virgen María en la Pasión y Muerte del Señor. Así, vemos cardos, que simbolizan los padecimientos; lirios florecidos, alusivos a la pureza; iris, que representan el dolor; y claveles, vinculados directamente con la advocación de la Virgen, ya que una leyenda medieval señala que de las lágrimas derramadas por María en el Calvario brotaron estas flores.
En cuanto a las técnicas de bordado empleadas en la obra, se combinan puntadas en setillo, canutillo, lentejuelas, hojilla o cartulina. Todo ello da como resultado una de las piezas de bordado más destacadas de su época y que, gracias a esta exposición, pudo contemplarse con absoluto detalle y detenimiento.























La exposición "Un siglo de oro" se completaba con la presencia de tres pequeñas vitrinas. La primera de ellas mostraba diferentes herramientas de bordado del propio taller de Hijos de Miguel del Olmo. Veíamos carretes, hilos de oro y plata, canutillos, lentejuelas, hojilla, agujas y cuentahilos. Además, se mostraba una tarjeta publicitaria con un anuncio del taller.





En la segunda vitrina se podían ver interesantes documentos. El más antiguo, de 1800, era una relación de hermanos donantes de dinero para la confección de un manto anterior para la Virgen de las Lágrimas.


A su lado, estaba el libro de actas de cabildo de la Hermandad de la Exaltación correspondiente al periodo 1901-1944, por lo que se incluye en él todo lo relativo a los acuerdos para la confección del palio de Rodríguez Ojeda y el manto de Olmo.


También había tres fotografías tomadas poco después del estreno del manto: una de la Virgen de las Lágrimas de cuerpo entero, otra del palio a su paso por la Plaza de San Francisco, y otra en el interior de Santa Catalina.


Seguimos con diferentes recibos del pago del manto extendidos por el taller de Hijos de Miguel del Olmo y correspondientes a los años 1918-1924.





Y finalmente, se exponía el contrato de la hermandad con el taller de Olmo para la confección de un juego de flecos y cordones de bellota de oro entrefino para el palio de la Virgen de las Lágrimas, especificando la cuantía de los diferentes pagos fraccionados del total en que se cuantifica el trabajo, que asciende a 3.500 pesetas. El contrato está fechado el 9 de febrero de 1921.


Y llegamos a la tercera y última vitrina, donde se mostraban diferentes piezas del ajuar de la Virgen de las Lágrimas correspondientes a distintas épocas. En primer lugar, comentamos la presencia de una mantilla del siglo XIX, confeccionada en tul de algodón con bordados en oro y perlas. Se desconoce el nombre del autor de esta prenda que fue utilizada como toca de sobremanto a lo largo del siglo XX y que fue restaurada en 2009, cuando volvió a utilizarse como toca sobre el manto liso que aquel año, al estar en restauración el manto de Olmo, sacó el Jueves Santo.


Igualmente de autor anónimo es la cotilla bordada en oro sobre tisú grisáceo, a juego con el manto, que fue realizada en el siglo XX y que Jesús Rosado también fue el encargado de restaurar. Cuenta con una perla en el centro y pedrería en el dibujo.


Continuamos con una cruz pectoral anónima de mediados del siglo XX, labrada en plata dorada con aguamarinas y restaurada este año por Joyería Josman. A su lado, había un anillo de oro con la cruz de Santiago, presente en el escudo de la hermandad, en sus dos caras y con un aguamarina.


Veíamos también un collar con forma de toisón realizado en plata dorada y aguamarinas, a juego con la cruz pectoral, a mediados del siglo XX. También ha sido restaurado este año por Joyería Josman.


La misma joyería ha sido este año la responsable de la realización de un juego de tres tembladeras para el pecherín de la Virgen de las Lágrimas, inspiradas en algunas de las flores del manto procesional. Son de plata dorada con aguamarinas y circonitas, y el diseño corresponde a José Carlos B. Casquet.


También se mostraba un rosario de mediados del siglo XX y autoría desconocida, de plata dorada y aguamarinas, y con la cruz de Santiago en su extremo.


Por último, esta última vitrina se completaba con la presencia de un collar conocido como el de las estrellas, labrado en plata dorada con perlas a mediados del siglo pasado.


Aunque de corta duración, "Un siglo de oro" ha sido otra interesantísima exposición que ha contribuido a poner en valor el rico patrimonio de las cofradías sevillanas; una muestra que el día antes de su apertura al público estuvo complementada por una conferencia a cargo del historiador José León.

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