Enmarcada en la celebración del reciente II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, el Convento de Santa Clara acogió entre los pasados 14 de noviembre y 15 de diciembre la exposición "Devociones populares en las clausuras de Sevilla".
Se trató de una interesante colección de treinta obras, fundamentalmente escultóricas, aunque también pinturas y alguna obra de orfebrería, que se encuentran en diferentes conventos de la ciudad y la provincia de Sevilla, y que precisamente por ello son bastante desconocidas. Esta muestra, que se repartía entre los coros alto y bajo del cenobio de Santa Clara, supuso una oportunidad única de contemplar obras artísticas de algunos de los principales autores que trabajaron en esta tierra y de otros desconocidos.
Iniciamos el repaso a esta exposición en el coro bajo, donde llamaba la atención en primer lugar la presencia de la Virgen del Tránsito, una obra anónima del primer tercio del siglo XVIII perteneciente al Monasterio de Nuestra Señora de Consolación de Triana.
Delante de esta primera obra veíamos un Niño Jesús advocado como Dulce Nombre de Jesús, obra del siglo XVII de autor desconocido que se venera en el Real Monasterio de San Leandro.
Muy curioso era el grupo escultórico de la Oración en el Huerto, tallado en el siglo XIX por Gumersindo Jiménez Astorga para el Real Monasterio de Santa Inés.
La siguiente obra nos hizo pensar inmediatamente en el Señor de la Salud y Buen Viaje de la Hermandad de San Esteban. Se trata de un Ecce Homo de autor anónimo de entre los siglos XVI y XVII, que pertenece también al Monasterio de Santa Inés. Hay que tener en cuenta que el Señor de San Esteban fue en su origen sólo un busto como esta obra que veíamos en la exposición y como otra que hace años adquirió la propia hermandad en un anticuario y que conserva actualmente en sus dependencias. No es descabellado pensar que su desconocido escultor hiciera varias versiones de la misma obra para distintos templos y conventos.
Al lado estaba un relicario del Lignum Crucis, una obra de orfebrería del primer tercio del siglo XVII perteneciente al Monasterio de Santa Rosalía. El nombre del orfebre tampoco se conoce.
Del Monasterio de Santa Paula es un conjunto de la Virgen de la Amargura y San Juan Evangelista del siglo XVIII; imágenes que las religiosas llevan bajo un pequeño palio por la clausura de su convento realizando una íntima y desconocida estación penitencial.
Y lo mismo ocurre en dicho convento con una talla de un Ecce Homo que data de la segunda mitad del siglo XVII, de autor igualmente desconocido.
Continuamos con una imagen advocada como Virgen de los Dolores, obra del siglo XVIII atribuida a Cristóbal Ramos y propiedad del Real Monasterio de San Leandro.
Pasamos al Monasterio del Espíritu Santo, que cuenta entre su patrimonio con una talla de Cristo Atado a la Columna de autor anónimo del primer tercio del siglo XVIII.
La siguiente obra expuesta era una antigua titular de una hermandad sevillana. Nos referimos a la Virgen de la Merced de la Hermandad de Pasión, sustituida en 1966 por la actual dolorosa de Sebastián Santos. Esta antigua imagen, realizada por un escultor desconocido hacia 1800, se encuentra cedida al Convento de las Mercedarias de San José, donde se celebran cultos en su honor cada mes de septiembre.
Volvemos al Real Monasterio de San Leandro, que cuenta con una escena del Nacimiento de Jesús, tallada por Francisco Ximénez en 1794.
Continuamos con una talla de San José con el Niño atribuida a Pedro Roldán; una obra del siglo XVII que se encuentra en el Convento de San José del Carmen.
A continuación, se exponía la obra Buen Pastor, realizada en el siglo XVIII por Cristóbal Ramos para el Monasterio de Santa Paula.
Y el mismo autor hizo para el mismo convento su versión de la Divina Pastora de las Almas.
A continuación, se podía ver un pequeño retablo del Cristo de las Tres Caídas realizada por un autor anónimo en el primer tercio del siglo XVIII para el Monasterio del Espíritu Santo.
Y llegamos a una pintura de la Divina Pastora de las Almas del círculo de Alonso Miguel de Tovar, que fue el autor de la primera representación iconográfica de dicha advocación. La pintura que formó parte de esta exposición, realizada hacia 1730, está en el Monasterio del Espíritu Santo.
Subimos al coro alto, donde en primer lugar contemplábamos una imagen de la Virgen del Patrocinio de entre los siglos XVII y XVIII. Es de autor desconocido, pero remodelada por Cristóbal Ramos. Es propiedad del Real Monasterio de Santa Inés.
Del Real Monasterio de San Clemente es una pintura de la Virgen de Guadalupe de Lorenzo Barba Figueroa (1760-1770).
Llamaba la atención una pequeña Virgen de los Reyes en un palio de tumbilla. La imagen es de autor desconocido de finales del siglo XVII y pertenece al Convento de San José del Carmen.
Y a su lado, otra Virgen de los Reyes, en este caso del Convento de Santa María La Real de Bormujos. Es una talla de vestir del siglo XVII y autor anónimo.
Seguimos con una pintura de Santa Ana, la Virgen y el Niño, pintada en 1767 por José Cano y perteneciente al patrimonio del Monasterio de Santa María de Jesús.
Pasamos a otra pintura, ésta de la Virgen de la Antigua con Fray Gaspar de Ruinovis y Fray Antonio de Velasco. Es del Convento de la Asunción y fue pintada en el primer tercio del siglo XVII.
Por su parte, el Monasterio de Santa Rosalía tiene una pintura de la Inmaculada Concepción atribuida a Juan de Espinel (hacia 1760).
Pasamos ahora a otra Inmaculada Concepción, pero ésta en versión escultórica y nada menos que de Juan Martínez Montañés (1623). Pertenece a la Iglesia de Santa Clara, el mismo lugar donde se desarrollaba esta exposición.
Seguimos con una Virgen del Carmen del Convento de Santa Ana que cada mes de julio sale de la clausura para ser expuesta en el templo conventual. Es una imagen anónima del siglo XVIII.
Veíamos otra pintura a continuación; el retrato de Sor Bárbara de Santo Domingo, la hija de la Giralda, pintado en 1889 por Virgilio Mattoni para el Convento de Madre de Dios.
Del mismo convento es una imagen de la Virgen del Rosario del siglo XVIII atribuida a Juan Bautista Patrone. Si antes hablábamos del Señor de la Salud y Buen Viaje por su similitud con una de las obras expuestas, en este caso hay que mencionar a la Virgen del Rosario de San Vicente, de la Hermandad de las Siete Palabras, que no se puede negar que sea tremendamente parecida.
La última de las obras pictóricas expuestas era la de la Virgen de las Angustias del Monasterio de Santa Isabel, obra anónima de finales del siglo XVII.
Veíamos a continuación otra de esas curiosísimas obras que atesoran los conventos sevillanos, como es el fanal de la Virgen del Rosario del Monasterio de Santa Rosalía, de Diego Francisco Márquez del tercer cuarto del siglo XVIII.
Del Convento de las Hermanas Pobres de Santa Clara, de Carmona, es una imagen de autor desconocido de la Virgen de Gracia, del primer tercio del siglo XVII.
Veíamos también la talla de la Virgen de la Merced del Convento de la Asunción, obra anónima de 1727, muy parecida en su iconografía a la Comendadora del Convento Casa Grande de la Merced, hoy en la capilla de la Hermandad del Museo.
Y terminamos el repaso de esta exposición con la Virgen del Valle, obra anónima del siglo XVIII perteneciente al Convento de Santa Florentina, de Écija.
Los conventos son cofres llenos de tesoros muchas veces desconocidos e incluso en ocasiones ocultos al gran público al conservarse en las clausuras, en dependencias alejadas de las miradas de los ajenos. De ahí la importancia y el gran interés de una exposición como ésta, formada por obras que difícilmente volverán a compartir espacio para deleite de los apasionados del arte religioso.
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