Sevilla ha acogido este fin de semana el II Encuentro Nacional de Filiales y Hermandades vinculadas a la Asociación de Caballeros de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza. La Hermandad del Pilar de la Parroquia de San Pedro ha sido la encargada de organizar este encuentro ejerciendo de anfitriona desde la tarde del viernes hasta la mañana de este domingo, cuando una misa a cargo del arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses, ha clausurado el encuentro.
Para esta eucaristía, la Virgen del Pilar ha sido trasladada en su paso procesional, saliendo desde San Pedro a las ocho y media de la mañana, acompañada por algunas de las hermandades del Pilar que han participado en este encuentro nacional. Durante el traslado, que ha contado con la participación del Coro de Campanilleros de la Parroquia de Nuestra Señora del Rocío de Bormujos, se han ido rezando los distintos misterios gloriosos del Santo Rosario, comenzando con el primero, la Resurrección del Señor, en el interior del templo.
Antonio Santiago y sus auxiliares, excepto su hijo, que en esta ocasión ejerció de costalero, se encargó de comandar el paso de la Virgen del Pilar, que estaba adornado con rosas blancas, entre otras flores del mismo color de menor tamaño.
Nada más salir de la parroquia, el paso se detuvo para el rezo del segundo misterio, la Ascensión del Señor. Después se levantó y se dirigió a la plaza del Cristo de Burgos iniciando así su camino en dirección a la Catedral.
Desde Cristo de Burgos, la Virgen del Pilar tomó la calle Sales y Ferré, donde se rezó el tercer misterio del rosario, la Venida del Espíritu Santo. Luego, continuó por Boteros y Odreros para salir a la plaza de la Alfalfa y tomar la calle Jesús de las Tres Caídas, en la que se produjo el primer relevo de costaleros de este traslado a la Catedral en una fría mañana de diciembre.
La Hermandad de la Salud de San Isidoro, que también ha vivido este año una salida extraordinaria (ver), estaba esperando a la Virgen del Pilar junto a su parroquia para realizar una ofrenda floral. Al llegar hasta sus cofrades, el paso se paró y se aprovechó para el rezo del cuarto misterio glorioso del Santo Rosario, la Asunción de María al Cielo.
A continuación, la Virgen del Pilar, vestida con manto de terciopelo rojo y saya blanca de tisú, ambos bordados en oro, mientras el Niño llevaba una túnica verde, se dispuso a bajar la Cuesta del Rosario, donde se paró varias veces, para después girar a la calle Francos, donde se rezó el quinto misterio, la Coronación de la Virgen.
En la calle Francos, donde hubo un nuevo relevo bajo las trabajaderas, se empezó a notar que el traslado se ralentizaba. Y es que la cofradía parecía ir con adelanto y, además, en la Catedral comenzaba una misa a las diez. Hasta que no acabara la cofradía no podría entrar.
Aún en Francos se rezaron las letanías con las que finalizó el rezo del Santo Rosario, y la Virgen del Pilar, con paradas cada vez más frecuentes y más largas, dejó Francos para tomar Placentines.
Tras un primer tramo de Placentines, la Virgen del Pilar no bajó la Cuesta del Bacalao, lo que habría servido para hacer tiempo hasta poder entrar en la Catedral, sino que la cofradía continuó por el segundo tramo, haciendo tres paradas en él, la última de ellas prácticamente en la esquina con Alemanes. Además, en una de esas paradas se produjo otro relevo de costaleros.
Luego asistimos a una brevísima chicotá en la que el paso avanzó sólo unos pocos metros en Cardenal Carlos Amigo, siguiendo después hasta la plaza de la Virgen de los Reyes y deteniéndose a los pies de la Giralda.
En la plaza de la Virgen de los Reyes se produjo una situación realmente extraña. La hermandad había decidido que, para hacer tiempo mientras se abría de par en par la Puerta de los Palos para la entrada de la cofradía, se rodeara la fuente de la plaza antes de acceder a la Catedral.
Sin embargo, las puertas se abrieron sin que el paso hubiera comenzado a realizar este rodeo y, de hecho, no lo hizo, por lo que los ciriales y la presidencia retrocedieron, mientras que los hermanos con cirios y las representaciones aceleraron para entrar antes que la Virgen. Nadie pareció avisar al coro de campanilleros, cuyos componentes se acabaron quedando solos a la altura del monumento a San Juan Pablo II.
Así las cosas, la Virgen del Pilar se dirigió directamente a la Puerta de los Palos e hizo su entrada en la Catedral, buscando con celeridad su lugar ante el Altar del Jubileo. La escena hizo pensar en un traslado de una titular letífica para presidir el Pregón de las Glorias. Curiosamente, hay que apuntar que aunque la Virgen del Pilar lo presidió en 1988, con José Sánchez Dubé como pregonero, no se celebró en la Catedral como en la actualidad, sino en la entonces Parroquia del Salvador.
Tras una Salve iniciada por el deán de la Catedral, Francisco José Ortiz Bernal, que recibió a la Virgen del Pilar en su llegada, finalizó este traslado que daría paso a la eucaristía de clausura de este encuentro nacional antes de la procesión de regreso a San Pedro.
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