Inolvidable mañana la vivida ayer junto a Nuestra Señora del Socorro en su regreso a la Iglesia del Salvador en su paso de palio. Tras formar parte de la exposición "Fons pietatis" que, con motivo del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, ha tenido lugar en la Catedral entre principios de noviembre y el pasado viernes, ayer fue la procesión de vuelta a su templo.
Hay quien no lo llama procesión, sino traslado. Pero lo cierto es que todo apuntaba a una procesión como tal: un paso de palio acompañado por banda de música, la misma de cada Domingo de Ramos, la de María Santísima de la Victoria de Las Cigarreras, con un amplio cortejo de hermanos y realizando desde la Catedral exactamente el mismo recorrido de vuelta que en Semana Santa.
Y probablemente jamás ha estado la Virgen del Socorro tan arropada como en la mañana de ayer. Pese a la hora tan temprana, las nueve y cuarto, y el frío (frío sevillano, sí, pero frío), fueron numerosos los cofrades que, sabiendo a lo que iban, quisieron acompañar a la dolorosa de la Hermandad del Amor, teniendo así ocasión de contemplarla a plena luz del día, con el intenso azul del cielo colándose por la malla de un palio que nos ofreció una estampa muy diferente a la que estamos acostumbrados.
Hay que destacar, además, un detalle importante. Había una gran bulla alrededor del paso de palio. Y no había guardias civiles ni policías. Y, sinceramente, nadie los echó en falta. Porque hay que decir las cosas como son. A veces los uniformados creen que las cofradías salen y andan gracias a ellos. Ayer se demostró que no. O no siempre. La bulla era grande, sí, pero respetuosa. Sabía andar cuando había que hacerlo; sabía darle espacio al paso y a los capataces, evitando estorbar. Y la hermandad supo también gestionar esta bulla, sin perder los nervios en ningún momento, hablando con educación y con respeto, incluyendo en esto a los propios capataces, liderados por Rufino Madrigal, al que en Francos le faltó hasta disculparse por pedir, nunca exigir, espacio para mandar en la parte más estrecha de esta calle.
Así las cosas, todo invitaba a disfrutar. Y efectivamente es lo que se pudo hacer desde que a las nueve y veinte, cinco minutos después de asomar la cruz alzada entre ciriales a la Puerta de los Palos, el cortejo se puso en camino. Tres tramos bastante amplios de hermanos con cirios lo formaban, separados por la bandera concepcionista y por el estandarte corporativo.
Tras pasar por la Capilla Real para encontrarse con la Virgen de los Reyes, el paso de palio se encaminó a la Puerta de los Palos y realizó la salida, dejando ver a la dolorosa del Socorro con su corona cuajada de joyas, a la manera de épocas pasadas. Rosas blancas colocadas de forma cónica en las jarras adornaban el paso de palio, que al salir activó el escogido repertorio que la Banda de Las Cigarreras iba a interpretar para la Virgen del Socorro.
De esta forma, interpretó el Himno de España seguido de la marcha "Sevilla cofradiera", una composición muy adecuada para despedirse de la Catedral, que ha sido el epicentro de las cofradías y la piedad popular durante el congreso que tuvo lugar a primeros de este mes.
Y se podría decir que el mismo motivo llevó a escoger "Procesión de Semana Santa en Sevilla", marcha con la que el paso de palio dejó atrás la plaza de la Virgen de los Reyes y tomó la calle Cardenal Carlos Amigo, deteniéndose a pocos metros de la Giralda.
La siguiente composición, que llevó a la Virgen del Socorro desde Cardenal Carlos Amigo hasta Alemanes, sorprendió. En primer lugar porque no es nada habitual escuchar el Domingo de Ramos tras este paso de palio "Coronación de la Macarena"; pero también por la forma de ser interpretada por la banda.
Después de una parada junto a las gradas de la Catedral, llenas de gente, el paso de palio continuó para girar en dirección a la Cuesta del Bacalao, sonando primero "Valle de Sevilla" y posteriormente "El Amor crucificado". Luego, hacia la mitad de la cuesta, el paso volvió a detenerse, momento en que un hermano aprovechó para subir a una escalera por el costero izquierdo para intentar encender el mayor número de cirios posible.
A continuación, el paso de palio se levantó para seguir subiendo la Cuesta del Bacalao y girar a Placentines, ahora a los sones de la marcha "Nuestra Señora del Socorro". En la misma esquina hubo una gran petalada para la dolorosa, llenándose el techo de pétalos, algo que no ocurre el Domingo de Ramos. Tan extraño resultó que a un hermano que iba delante del paso se le escapó un "¿Y esto qué es?" cuando empezaron a caer los primeros pétalos.
Lo cierto es que fue una petalada muy intensa, con pétalos de rosa blancos y rojos que contribuyeron igualmente a darle a ese techo de malla profusamente bordada un aspecto inédito. Pétalos y luz solar colándose alrededor de la Virgen de los Reyes que preside la gloria del techo.
Poco más tarde, la Virgen del Socorro continuó a los sones de "Virgen del Valle" por Francos, donde hubo otra petalada, y después giró a la izquierda en Chapineros mientras sonaba la marcha "El Cachorro. Saeta sevillana". Aquí el paso volvió a parar y el mismo hermano de antes se dispuso a seguir encendiendo cirios, ahora desde el costero derecho.
Y de una estrechez a otra estrechez mayor. De Chapineros, la Virgen del Socorro pasó a Álvarez Quintero, haciendo el giro con la marcha "La Virgen de Sevilla". Luego avanzó con "Nuestro Padre Jesús", tras la que el paso de palio se paró poco antes de alcanzar la confluencia con Entrecárceles.
Aquí la hermandad sí que pidió la colaboración de Protección Civil. El Salvador estaba muy cerca y los capataces debían ver bien el bordillo para bajar a la calzada del pequeño tramo adoquinado de Álvarez Quintero. A él bajó la dolorosa con la marcha "Jesús de las Penas", que finalizó cuando estaba a punto de llegar a la plaza del Salvador.
Faltaban dos marchas en el repertorio preparado para esta procesión de regreso. El director de la banda lo comentaba con los capataces, que acordaron que la siguiente chicotá, a los sones de "Soleá, dame la mano", se realizaría despacio para que diera tiempo a interpretar al completo esta marcha y la siguiente.
Así, con la famosa partitura de Font de Anta, la Virgen del Socorro dejó definitivamente atrás la calle Álvarez Quintero y tomó la plaza del Salvador, pasando bajo una enorme estrella de la decoración navideña, como antes en Francos pasó junto a una pancarta de adhesión a Baltasar como rey mago favorito. Las cosas de estas salidas extraordinarias en el mes de diciembre.
Y quedaba una chicotá para regresar al Salvador. Uno de los capataces auxiliares señalaba a los costaleros que la cosa llegaba a su fin. "Esto se acaba hasta dentro de tres o cuatro meses", dijo. Bueno, al menos no hay que esperar un año.
El paso se levantó en la calle por última vez y procedió a subir la rampa, la famosa 'rampla' del Salvador, ahora con la marcha "Al Santísimo Cristo del Amor", la que puso el punto final al repertorio diseñado, que concluyó evidentemente con el Himno de España.
A las once y veinte minutos de la mañana, exactamente dos horas después de comenzar, finalizaba este traslado o procesión (cada uno que le ponga el nombre que quiera), que nos hizo disfrutar de una mañana de diciembre con ecos de Domingo de Ramos. Pese a la lluvia de la Semana Santa pasada, 2024 no iba a terminar sin que la Virgen del Socorro pisara las calles de Sevilla.
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