miércoles, 18 de marzo de 2015

EL RIDÍCULO MIEDO AL CAMBIO


Hace algunos días se publicaba en diversos medios que este año la Cena y la Candelaria intercambiarán sus puestos en su paso por Carrera Oficial. No, no me he vuelto loco. Ya sé que la Cena sale el Domingo de Ramos y la Candelaria el Martes Santo. Pero es que estoy hablando de Jerez de la Frontera, donde las hermandades con este nombre salen ambas el Lunes Santo.
La explicación para este cambio (la Cena pasará de ser la segunda a la tercera, mientras que la Candelaria pasará del tercero al segundo lugar) le puede sonar a un sevillano bastante cándida e inocente: “Para descongestionar el Lunes Santo”. Hombre, Jerez tiene cinco cofradías el segundo día de la Semana Santa con una cantidad de nazarenos bastante asequible, frente a las nueve de Sevilla y sus miles de nazarenos. Sobre qué es congestión y qué no, cada uno sabrá. Pero vamos, ya quisiera Sevilla algo de las “congestiones” de la Semana Santa jerezana.
¿Por qué traigo aquí este asunto relacionado con la ciudad vecina, hasta 1980 parte de la Archidiócesis de Sevilla? Pues porque Jerez, heredera de Sevilla en lo cofradiero, lleva años dándole auténticas lecciones de sentido común en lo que a organización de la Semana Santa se refiere a su ciudad ‘madre’.
Mientras que en Sevilla parece que se abre la tierra y se producen insalvables cismas cada vez que se plantea la posibilidad de hacer algún cambio, ya sea de itinerarios o de horarios de las cofradías, ya sea de ampliación de la Carrera Oficial, o incluso del orden de paso de las hermandades por ésta, en Jerez, sin embargo, no hay tanto miedo al cambio y en los últimos años ha habido variaciones que han hecho que prácticamente no haya una Semana Santa igual a la anterior. ¿Con qué objetivo? Con el de mejorar, incluso aunque alguna decisión haya sido de ida y vuelta. Pero lo importante es probar y no pasar los meses hablando de la necesidad de cambiar para, llegado el momento, mirar para otro lado.
En los últimos años, Jerez ha vivido varias ampliaciones de la Carrera Oficial. De empezar en la llamada Rotonda de los Casinos, en plena calle Larga, se trasladó al inicio de ésta, junto a la Iglesia de Santo Domingo, en la Alameda de Cristina. La última ampliación fue el año pasado, situando el inicio en la Plaza Aladro. Esto en lo relativo al inicio, pero es que en la parte final, en la llegada a la Catedral, también ha habido variaciones, como cuando se dejó de pasar por Consistorio y Plaza de la Asunción, cambiándolo por la Alameda Vieja para acceder a la Catedral desde detrás de la misma. Este último cambio fue corregido en 2013, recuperando la Plaza de la Asunción. Se dio marcha atrás a una decisión que a pocos convenció, pero que al menos se probó durante algunos años.
¿Y qué decir de cambios de orden de paso por Carrera Oficial? Pues ha habido unos cuantos. A este último del Lunes Santo hay que sumar el del año pasado entre la Redención y la Vera-Cruz el Jueves Santo, jornada que incluyó un importante cambio de itinerario de la Hermandad del Huerto; también ha habido cambios constantes en el mismo Lunes Santo entre la Hermandad de Amor y Sacrificio, y la Viga; en la Madrugada entre la Yedra y la Buena Muerte (además de un cambio más radical que implicó a varias hermandades y que se probó un año); y en el Viernes Santo, cuando la Hermandad de Loreto pasó del segundo puesto al quinto, aunque fue también un cambio fugaz.
Y, por supuesto, también ha habido cambios de día de salida, como la Hermandad del Perdón, que del Viernes Santo pasó a la Madrugada y actualmente sale el Domingo de Ramos. Por no hablar de las incorporaciones nada traumáticas de nuevas hermandades, como la Clemencia en 2005, el Soberano Poder, el Consuelo y la Redención en 2007, la Paz de Fátima en 2011 y Humildad y Paciencia en 2014, o de las diferentes modificaciones de horarios e itinerarios que se han sucedido en estos años.
Visto desde la óptica sevillana, alguien podría pensar: “pues vaya un desbarajuste”. Visto desde la óptica del sentido común, lo que es evidente es que Jerez carece de algo que está lastrando el normal desarrollo y la tranquila organización de la Semana Santa sevillana: el miedo al cambio.
Y es que, mientras en Jerez ha ido ocurriendo todo lo anteriormente expuesto, en Sevilla se habla mucho, se divaga, se celebran reuniones absolutamente improductivas, se dan vueltas y vueltas a las cosas, se llenan páginas y minutos en medios de comunicación… y al final todo sigue igual. E incluso cuando ya se había decidido un cambio (de dudoso éxito, todo hay que decirlo) para la Madrugá de este año y del próximo, aún vemos a hermanos mayores hacer el ridículo más espantoso con declaraciones fuera de lugar que no hacen sino contribuir a un mal ambiente en el que el ombliguismo parece ser la única aportación de más de uno al problema.
¿Los hermanos mayores de las cofradías de Jerez son más espabilados que los sevillanos, o es que aunque éstos saben perfectamente qué es lo que hay que hacer, prefieren que el primer paso lo dé otra hermandad porque, si miedo hay al cambio, más todavía lo hay a la airada reacción de los hermanos a través de los foros y las redes sociales?
Dicho de otra manera. Dando por sentado que los hermanos mayores de las cofradías sevillanas son inteligentes, es evidente que todos saben dónde podrían ceder para que la Semana Santa, en cada una de sus jornadas, fuera más fluida, más segura y mejor organizada. Pero parece que dar un paso al frente renunciando a lo que saben que pueden renunciar, sería visto por los ‘hooligans’ de sus cofradías (que también los hay) como una imperdonable bajada de pantalones ante el resto de hermanos mayores de la jornada. Y claro, los hermanos mayores se enrocan en sus endebles argumentos tipo “esa calle forma parte de nuestro itinerario de toda la vida”, “ya nos sacrificamos más que otras”, “no podemos renunciar a esa esquinita”, “mis hermanos no quieren”…
Así no se soluciona absolutamente nada. Como en el Martes Santo, donde la excusa era la existencia de comisionados en dos de sus hermandades y, aunque ya todas tienen juntas de gobierno elegidas por sus hermanos, el día permanece inalterable.
Visto lo visto, llegará el día en que todas las hermandades de Jerez habrán pasado por todas las jornadas y por todos los órdenes de paso posibles, la Carrera Oficial se habrá estirado y encogido como un chicle varias decenas de veces, y en Sevilla seguirá habiendo hermanos mayores luchando por el adoquín tal de la calle cual, donde el zanco de tal paso estuvo parado en el año cual, dando inicio a una irrenunciable tradición cuya pérdida supondría poco menos que la extinción de la Semana Santa como la conocemos.
Porque, eso sí, a los capillitas nos gusta un drama más de lo que al Cecop le encantaría decirle a una hermandad por dónde debe pasar y a qué hora. Y no dudemos que, como nuestros queridos y resolutivos hermanos mayores sigan con sus actitudes de niños caprichosos y miedosos, llegará el día en que el ‘pograma’ de la Semana Santa lo diseñe nuestro querido Centro de Coordinación Operativa. Y entonces, claro está, pondremos el grito en el cielo. Que es algo, por cierto, que a los capillitas también se nos da muy bien.

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