jueves, 8 de febrero de 2018

EL NAZARENO DE LA DIVINA MISERICORDIA ESTRENA MOLDURÓN Y CRUZ EN SU ALTAR


Desde que a finales de 2013 la Hermandad de las Siete Palabras decidiera cambiar el lugar de culto habitual de la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Divina Misericordia, intercambiando su localización en la capilla sacramental con la Virgen del Rosario (ver), la corporación ha ido poco a poco enriqueciendo el altar del Señor, situado en la cabecera de la nave del Evangelio de la Parroquia de San Vicente. Y todo ello al tiempo que se trabaja en la realización de un retablo para las imágenes del Cristo de las Siete Palabras, la Virgen de los Remedios y San Juan Evangelista (ver).
La novedad recién instalada en el altar del Señor de la Divina Misericordia está en el moldurón de madera dorada con gotera de terciopelo burdeos bordada en oro que se ha colocado en la parte superior del antiguo techo de palio de la Virgen de la Cabeza, conformando así un dosel que sirve de fondo para la talla del Nazareno. Además, el Señor presenta una nueva cruz de camarín.
Tanto el moldurón de madera dorada como la cruz, realizada en madera de cedro, son obra de Daniel Sánchez Vázquez. Por su parte, el hermano de la corporación Antonio Gómez ha confeccionado la gotera bordada.








Por otro lado, la hermandad se encuentra celebrando durante estos días el quinario en honor al Santísimo Cristo de las Siete Palabras, que preside un majestuoso altar en el presbiterio de la parroquia, acompañado de la Virgen de los Remedios y San Juan.
Ante una cortina de damasco morado que oculta el retablo mayor de San Vicente, se alza el Calvario que componen las tres imágenes con una enorme cantidad de cirios blancos. Además, a los pies del crucificado se han colocado las tallas de ángeles que sujetan en su paso la cruz del Nazareno de la Divina Misericordia.
Y mientras tiene lugar el quinario, en la capilla de la hermandad situada junto al acceso a la sacristía del templo se ha quedado en solitario la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, tallada por Emilio Pizarro a comienzos del siglo XX para un paso alegórico que la hermandad nunca llegó a completar.





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