martes, 7 de agosto de 2018

EL PRIMER CRISTO DE LAS CINCO LLAGAS DE HERNÁNDEZ LEÓN VIVE EN EL POLÍGONO


En el barrio del Polígono de San Pablo, y más concretamente en la Parroquia de San Juan de Ribera, que recibe el nombre del santo nacido en la Puerta Carmona y que fue obispo de Valencia, tiene la Hermandad de la Trinidad un pequeño trozo de su historia.
Allí, presidiendo este moderno templo desde su altar mayor, recibe culto el que durante sólo un año fue titular de la cofradía trinitaria con su histórica advocación de Santísimo Cristo de las Cinco Llagas. El crucificado, tallado por el imaginero Manuel Hernández León, fue bendecido por el cardenal José María Bueno Monreal el 4 de marzo de 1981 para sustituir a la anterior talla del Cristo de las Cinco Llagas, obra anónima del siglo XVI que, al parecer, se encontraba en muy mal estado debido a los materiales con que estaba realizado, en madera, pasta y telas encoladas.

Primitivo Cristo de las Cinco Llagas sustituido en 1981

El boceto presentado por Hernández León fue el elegido por la hermandad, descartando con ello la interesante propuesta de Luis Ortega Bru, quien pensó en un Cristo de las Cinco Llagas con los pies ya desenclavados de la cruz y con una iconografía muy similar a la del Señor del Descendimiento de Jerez. Pudo haber sido la última imagen titular del imaginero de San Roque para Sevilla, pero la hermandad se decantó por el boceto del Cristo que nos ocupa.

Boceto presentado por Luis Ortega Bru

El Cristo de las Cinco Llagas de Hernández León está realizado en madera de cedro y le costó a la hermandad 350.000 pesetas. El imaginero ideó una talla muy singular por dos motivos. En primer lugar, porque la cabeza le cae al Señor hacia su lado izquierdo, y no hacia el derecho, como es lo habitual en general en todos los crucificados. Y en segundo lugar, porque tenía los clavos de las manos colocados en las muñecas y no en las palmas. Hoy sabemos que a los condenados a morir crucificados (los que eran clavados, ya que a otros los ataban a la cruz con sogas) se les clavaban los clavos superiores en las muñecas, dado que el propio peso del cuerpo haría desgarrarse las manos desde las palmas hasta los dedos y el reo caería al suelo desde la cruz.
El Sábado Santo de 1981 procesionó por primera vez este nuevo Cristo de las Cinco Llagas por las calles de Sevilla. Sin embargo, fue también la última vez, dado que una vez colocado en el paso se comprobó que su altura (medía algo más de 1,80 metros) contrastaba con la del resto de las tallas del misterio. Por este motivo, se encargó al propio Hernández León que realizara un nuevo crucificado de menores proporciones, pero manteniendo las características iconográficas del primero. La bendición tendría lugar el 27 de febrero de 1982, estrenándose el siguiente Sábado Santo sobre el paso y procesionando por última vez en 2001, al ser sustituido por el actual crucificado de Álvarez Duarte, perdiendo la Hermandad de la Trinidad un titular con las características propias antes descritas.
Aquel efímero Cristo de las Cinco Llagas de 1981 regresó al taller del escultor a la espera de que alguien se interesara por él. Y así fue en 1984, cuando una familia propuso su adquisición por parte de la Parroquia de San Juan de Ribera, situada en el denominado Barrio C del Polígono de San Pablo, no muy lejos de la Parroquia de San Ignacio de Loyola, donde tiene su sede la Hermandad del Cautivo y Rescatado.
La Parroquia de San Juan de Ribera se había creado en 1963 y hasta más de dos décadas después no encontró la imagen que la iba a presidir desde su altar mayor, dado que el párroco, José Morillo, aceptó la sugerencia de la familia antes mencionada y decidió adquirir el antiguo Cristo de las Cinco Llagas, que desde octubre de 1984 recibe el nombre de Cristo de la Piedad y Misericordia. Además, el párroco también le encargó a Hernández León la talla de una imagen del Corazón de María, que se encuentra sobre el Sagrario en el lado del Evangelio del templo.
En cuanto al segundo Cristo de las Cinco Llagas de Hernández León, mantiene hoy en día su advocación, pero no se encuentra en Sevilla, dado que fue cedido a la Parroquia de San Sebastián de la localidad de Pedrera. Al menos, el primero puede seguir siendo admirado en la capital hispalense, con la única diferencia estética de no contar con la corona de espinas con la que los cofrades lo vieron procesionar aquel efímero Sábado Santo de 1981.

















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