miércoles, 6 de febrero de 2019

EL SANTUARIO DE LOS GITANOS SE LLENÓ PARA BESAR LAS MANOS DE LAS ANGUSTIAS


Como cierre del triduo y función solemne celebrada en su honor, María Santísima de las Angustias estuvo expuesta en besamanos el pasado domingo, provocando con ello una constante afluencia de devotos que llenaron durante todo el día el Santuario de los Gitanos.
La Virgen de las Angustias se encontraba en el centro de una amplia tarima que ocupaba el presbiterio del templo, y sobre una peana de madera tallada y dorada en la que había varias calas blancas a los pies de la dolorosa.
Para este besamanos, vestía el manto de salida de Fernández y Enríquez, bordado en oro y sedas sobre terciopelo burdeos con el escudo de la Casa de Alba en la espalda, y la saya de tisú de plata bordada en oro que confeccionaron las Trinitarias de Cádiz. Esta saya tiene una curiosa historia, dado que fue donada en 1962 por el Recreativo de Huelva por expreso deseo del que entonces era su entrenador, Francisco Antúnez Espada, quien pidió que la prima que le había prometido la directiva del equipo por conseguir el ascenso a Segunda División no se le pagara en metálico, sino en forma de saya para la Virgen de la que era devoto.
La dolorosa de Fernández Andes lucía la corona de salida, un puñal, varios broches, dos rosarios y un pañuelo en la mano izquierda, mientras daba a besar la derecha, así como un fajín hebraico.
Junto a la Virgen de las Angustias se dispusieron varias jarras de su paso de palio con altas piñas de flores de una llamativa variedad cromática, y dos candelabros de plata con finas velas blancas. Y más hacia los extremos veíamos a la izquierda una cruz alzada entre ciriales y la bandera concepcionista, y a la derecha el estandarte de la hermandad.
Detrás se desplegaba el majestuoso altar de cultos de la dolorosa, en el que el lugar desde el que lo había presidido días atrás la Virgen ante el dosel no estaba ocupado por ninguna insignia ni por el propio Señor de la Salud, que se encontraba en la capilla sacramental, sino que estaba la peana en solitario. A su alrededor, un altísimo número de candeleros con cera blanca, varias tallas de ángeles del paso del Señor y las de los evangelistas San Lucas y San Juan, que figuran en dos de las esquinas del mismo paso. Ademas, en la parte baja del altar, entre dos jarras, veíamos una talla del Niño Jesús ante un curioso manifestador de madera dorada.





























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