La Hermandad de la Bofetá celebra con un besamanos extraordinario a María Santísima del Dulce Nombre los cincuenta años que lleva residiendo en la Parroquia de San Lorenzo, a la que llegó procedente del Convento de San Antonio de Padua para recalar en la capilla en la que recibían culto los titulares de la Hermandad del Gran Poder antes de la inauguración de la actual basílica.
La cofradía del Martes Santo ha escogido la festividad de la Inmaculada Concepción para la celebración de este besamanos que se ha iniciado hoy, viernes, y que se extenderá a la jornada de mañana.
La Virgen del Dulce Nombre se encuentra en el centro de su capilla, sobre una peana de madera tallada y dorada, y vestida con los colores propios de la festividad inmaculista. Así, lleva su manto de salida, bordado en oro sobre terciopelo azul, y una saya blanca de tisú también con bordados en oro. Además, luce la corona procesional y varios broches en el pecherín; entre ellos, el de su advocación.
La dolorosa que tallara Antonio Castillo Lastrucci extiende su mano derecha para recibir los besos de los devotos y ni en ésta ni en la izquierda sostiene pañuelo, rosario o medalla alguna.
Flanquean a la imagen dos jarras de su paso de palio con rosas de color rosa elevadas sobre sendas columnas de madera dorada con medio fuste estriado y capitel de estilo corintio. Detrás, ante un cortinaje de damasco rojo que cubre el camarín de la Virgen del Dulce Nombre vemos el simpecado de la cofradía sin el asta de orfebrería, además de otras dos jarras del palio, dos más pequeñas y varios candeleros con cera blanca junto a una talla del Niño Jesús vestida de celeste.
Por su parte, tanto Nuestro Padre Jesús ante Anás como San Juan Evangelista ocupan sus hornacinas de culto habituales durante este besamanos extraordinario a la primera dolorosa debida a la gubia de Lastrucci.
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