lunes, 10 de diciembre de 2018

INMACULADA 2018: SOLEDAD DE SAN BUENAVENTURA


La Hermandad de la Soledad de San Buenaventura celebró durante la tarde del pasado viernes y toda la jornada del sábado, día de la Inmaculada, el besamanos anual a su dolorosa titular, que fue situada, como es costumbre, en la cabecera de la nave de la Epístola del convento franciscano, en medio de un espacio delimitado por cortinajes de damasco negro. La principal diferencia respecto al altar de besamanos de años anteriores fue la presencia del Santísimo Cristo de la Salvación tras la Virgen, dando lugar a una especie de escena del "Stabat Mater".
La Virgen de la Soledad se encontraba elevada por una fina peana plateada y vestida con su manto de salida, de terciopelo negro bordado en oro, y la saya azul que lleva en muchas de sus estaciones de penitencia del Viernes Santo. También lucía la diadema procesional, un puñal y un broche con su advocación en el pecherín, donde estaba el anagrama mariano. Por otro lado, en la mano izquierda, que tenía una posición muy elevada, sujetaba un pañuelo, mientras que la derecha la tenía extendida para recibir en ella los besos de los devotos.
Junto a la dolorosa de Gabriel de Astorga se dispusieron dos de las jarras que van en su paso procesional con flores de tonalidades moradas, como rosas, lisiantum, tulipanes y calas. Y más hacia los extremos veíamos dos faroles plateados.
Detrás, se colocaron dos de los ángeles que en el paso van entre los candelabros y cinco candeleros con cera blanca tras cada jarra. Al fondo, ante el Cristo de la Salvación había más candeleros, varias sacras, los otros dos ángeles de los candelabros del paso y las otras dos jarras. Y detrás del crucificado, un repostero con el escudo de la hermandad pintado detrás de un cortinaje abierto de color negro.































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