martes, 1 de octubre de 2019

BESAMANOS A LA VIRGEN DE LOS DOLORES DEL CERRO EN EL CIERRE DE SUS CULTOS


La Hermandad del Cerro del Águila despidió septiembre con tres días de besamanos a Nuestra Señora de los Dolores, último de los cultos en su honor que tienen lugar cada año a lo largo de dicho mes por la festividad de los Dolores de María.
En esta ocasión, la Virgen se presentó a los devotos vestida con manto de terciopelo marrón con bordados en las vistas y con la saya de terciopelo azul bordada en 1985 por Francisco Carrera, y que fue la que la dolorosa llevó en su primera estación de penitencia a la Catedral en 1989. Sobre la cabeza tenía la corona que le fue impuesta en su Coronación Canónica, obra de los Hermanos Delgado realizada en oro en 2002.
En el pecherín llevaba únicamente el broche del corazón traspasado por siete puñales, en alusión a su advocación, obra de 1990 labrada en Joyería Ignacio gracias a las donaciones de vecinos y devotos en general. Es una pieza de orfebrería para la que se utilizó oro, oro blanco, rubíes, brillantes y zafiros. Además, en la mano izquierda sujetaba el rosario de oro labrado en el taller de Marmolejo, mientras que en la derecha, la que daba a besar, no tenía nada.
La Virgen de los Dolores se encontraba en el presbiterio alto de la parroquia que lleva su nombre, sobre una alfombra con el escudo de la hermandad y elevada por una peana de madera dorada con algunas zonas en color rojo. A cada lado de la dolorosa de Sebastián Santos veíamos dos jarras de su paso de palio sobre pies de base cuadrada realizados en madera y decorados pictóricamente en varios colores con la apariencia del mármol. En las jarras había diferentes flores de color blanco, principalmente lisiantum.
Al fondo, ocultando el camarín de la Virgen, se podía ver el dosel de cultos de la hermandad con dos candelabros dorados a cada lado con velas blancas y colocados sobre pies similares a los de las jarras. Igualmente, delante había otras dos jarras. Por último, en los laterales de todo el conjunto se dispusieron dos mesas de madera dorada sobre las que había otros dos candelabros.





























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