martes, 22 de octubre de 2019

EL PRIMER TRIDUO A LA VIRGEN DE LAS LÁGRIMAS TRAS VOLVER A SANTA CATALINA


La Hermandad de la Exaltación celebró la semana pasada el primer triduo a Nuestra Señora de las Lágrimas después de su regreso a la Iglesia de Santa Catalina, que reabrió al culto en noviembre del año pasado tras haber estado cerrada desde junio de 2004.
Para este triduo tan especial, que culminó el domingo con la función solemne, la hermandad montó un majestuoso altar en el presbiterio del templo, delante del retablo mayor, ante el que se instaló un alto pabellón de terciopelo rojo rematado en una corona a modo de gran dosel que presidía la dolorosa, vestida con manto rojo, saya azul y su corona procesional.
La base de todo el conjunto era el frontal de los respiraderos de su paso de palio, y sobre éste se desplegaba el montaje del altar, donde destacaba una enorme cantidad de candeleros con cirios blancos. También había varias jarras con rosas, crisantemos, claveles, estátice, solidago, todo ello de tonalidades naranjas y amarillas, así como hojas de eucalipto.
Igualmente se utilizaron la peana procesional para elevar a la Virgen, dos pequeños candelabros de plata, dos tallas de ángeles mancebos y una imagen de San Juan Bautista Niño, de Benito Hita del Castillo, expuesta en un manifestador de madera dorada. Además, a cada lado del altar había una lámpara de araña de cristal.






Los cultos de octubre a la Virgen de las Lágrimas culminarán este fin de semana con la celebración del besamanos, que tendrá lugar con el mismo horario tanto el sábado como el domingo: de diez y media de la mañana a ocho y media de la tarde, sólo interrumpido por las misas.
Mientras tanto, el lugar de culto habitual de la dolorosa en la capilla de la hermandad lo ocupa la imagen de Santa María Magdalena de finales del siglo XVIII que es propiedad de la corporación.




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