domingo, 11 de diciembre de 2016

INMACULADA 2016: TRISTEZAS


Después de que el año pasado la Hermandad de la Vera-Cruz tuviera que retrasar el besamanos a María Santísima de las Tristezas por estar residiendo en San Vicente debido a las obras de restauración de su capilla, y para no coincidir allí con el besamanos a la Virgen de la Cabeza de las Siete Palabras, en este 2016, de nuevo en la Capilla del Dulce Nombre de Jesús, la dolorosa que tallara Antonio Illanes fue expuesta a la veneración de los devotos en la misma jornada de la Inmaculada Concepción.
De esta forma, la encontramos en la parte alta del presbiterio de la capilla, ante un gran cortinaje de color negro que ocultaba por completo el retablo, del que había sido retirado el Cristo de la Vera-Cruz para pasar al altar de la cruz de guía, en la nave del Evangelio.
La Virgen de las Tristezas, que en 2017 cumplirá 75 años, se encontraba sobre una alta peana de madera tallada y dorada, entre los ángeles ceriferarios que acompañan cada Lunes Santo en su paso al crucificado. Vestía la saya de salida que bordó Charo Bernardino sobre terciopelo negro, estrenada en 2014, además de manto de camarín también negro y bordado en oro, y cíngulo dorado en la cintura. Las únicas joyas que llevaba eran la corona de salida, de Emilio Méndez Picón, y el puñal. Por otro lado, en la mano izquierda llevaba un pañuelo de encaje y era la derecha la que daba a besar.
Cuatro de las jarras de su paso de palio adornaban el altar, dos delante a cada lado y dos detrás, sobre columnas doradas de fuste salomónico. Estas jarras tenían claveles blancos, margaritas de la variedad spider, lisianthus y paniculata. Además, en varios centros florales colocados a un lado y otro del altar, y en el centro en el suelo, había también antirrhinum.
Completaban el montaje de este besamanos cuatro blandones dorados con cera blanca situados detrás, flanqueando a cada una de las jarras elevadas sobre columnas.

























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