domingo, 4 de diciembre de 2016

LAS CIGARRERAS RECUPERA LA DEVOCIÓN PERDIDA AL CRISTO DE LA PÚRPURA


Una devoción histórica y desaparecida, cabría decir que en extrañas circunstancias, de la Hermandad de las Cigarreras ha sido rescatada por la cofradía del Jueves Santo gracias a las gubias de José Antonio Navarro Arteaga, autor de la que según algunos ya afirman, es su obra cumbre: el Cristo de la Púrpura.
Hasta el próximo miércoles puede verse en la Sala Capitular del Ayuntamiento de Sevilla la nueva imagen del Cristo de la Púrpura, una devoción que a mediados del siglo XVII formaba parte de la Hermandad de las Cigarreras, residente entonces en la Parroquia de San Pedro, ya que representa exactamente el momento inmediatamente posterior a la flagelación, cuando Jesús, tras la tortura de los azotes, recogía junto a la columna sus vestiduras del suelo para volver a ponérselas.
La antigua imagen llegó a procesionar durante un largo periodo, ya que existe constancia documental de la contratación en 1664 de un paso al escultor Pedro de Borja y al ensamblador Pedro Camacho, aunque Borja no pudo terminar el trabajo, concluyéndolo finalmente Pedro Roldán. Con algunos cambios en el paso que fueron realizados en el siglo XVIII, el Cristo de la Púrpura siguió procesionando hasta 1807, volviendo a salir de manera puntual en 1874.
A partir de ese momento, la devoción al Cristo de la Púrpura decayó, hasta el punto de que en el año 1900, a petición de la hermandad, el Arzobispado aprueba la cesión de la antigua imagen a otra hermandad para que le diera culto, aunque finalmente fue entregada al escultor Emilio Pizarro, quien a cambio de la talla debía realizar una imagen de San Juan para el culto interno de la hermandad. Sin embargo, Pizarro nunca entregó ninguna talla del discípulo amado, aunque en 1904, consultado por la hermandad, afirmó estar concluyendo el trabajo. Sí recibió el escultor al Cristo de la Púrpura, que después no vuelve a mencionarse en los documentos de la hermandad, desconociéndose por tanto el paradero de aquella antigua imagen.
La iconografía del Cristo de la Púrpura es una creación claramente imbuida del espíritu barroco de la Contrarreforma, que puso el acento en determinados momentos de la Pasión con una gran carga dramática, pese a que en las Sagradas Escrituras no se hable concretamente de ellos. La acción de recoger las vestiduras tras la flagelación es uno de esos momentos.
Se desconoce por completo cómo sería la antigua imagen del Cristo de la Púrpura, aunque hay que señalar que unos veinte años después de la primera mención a esta talla en los archivos de la Hermandad de las Cigarreras el pintor sevillano Bartolomé Esteban Murillo realiza su obra "Cristo tras la flagelación", conservado hoy en Illinois (EE UU). Por la cercanía temporal, bien pudo inspirarse el pintor en la imagen hoy desaparecida, por lo que podría ser, y sólo es una teoría, que el antiguo Cristo de la Púrpura estuviera representado como en la pintura de Murillo, con las dos rodillas en el suelo y recogiendo las vestiduras con ambas manos.

Cristo tras la flagelación (Bartolomé Esteban Murillo)

Así las cosas, sin referencias claras sobre cuál podría ser verdaderamente la iconografía del Cristo de la Púrpura desaparecido, José Antonio Navarro Arteaga, autor de las tallas secundarias del paso de la Columna y Azotes, ha ideado una imagen distinta, personal, en la que el Señor planta en tierra sólo una de sus rodillas, la derecha, mientras se abraza a la columna con la mano izquierda y estira el brazo derecho hacia el lado contrario para recoger las vestiduras.
La imagen, por tanto, muestra un gran dominio técnico y artístico por parte del escultor, que le ha conferido los rasgos habituales en sus obras, como la melena rizada cayendo sobre los hombros y la espalda, y la barba bífida. Un gran sudario cubre su desnudez, aunque deja a la vista la mayor parte de la anatomía de la imagen, dotada de una gran espiritualidad y profunda unción sagrada.





























La exposición del Cristo de la Púrpura se completa con la presencia, en el Salón del Apeadero, de los únicos elementos que se conservan del antiguo paso del Cristo de la Púrpura, como son los cuatro ángeles mancebos de Pedro Roldán, tallados en madera policromada y estofada en 1666. Fueron restaurados entre 2008 y 2009 por Enrique Gutiérrez Carrasquilla.












La Hermandad de las Cigarreras aclaró en su momento que la realización del nuevo Cristo de la Púrpura no conlleva la intención de que procesione en un tercer paso cada Jueves Santo junto al misterio de la Columna y Azotes, y al palio de la Virgen de la Victoria. Lo que se ha buscado es la recuperación de una antigua iconografía perdida que durante dos siglos y medio formó parte de la corporación.
Tras esta exposición, la imagen recibirá culto en la Capilla de la Fábrica de Tabacos y sólo el tiempo dirá si estamos ante un caso parecido al que está viviendo la Hermandad del Cerro con el Nazareno de la Humildad. De momento, lo que está claro es que Sevilla ha ganado una nueva obra de referencia, con una gran calidad artística y que invita a la reflexión y a la devoción.

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