viernes, 23 de diciembre de 2016

LA VIRGEN DEL ROCÍO CERRÓ EN EL SALVADOR LAS PROCESIONES DE 2016


Fin de un ciclo. Ahora sí. El largo listado de salidas procesionales que jalonan el calendario anual de la mariana ciudad de Sevilla se cerró anoche con la Virgen del Rocío, de la hermandad rociera de la Iglesia del Salvador, que salió para recorrer las calles cercanas a su casa en una procesión con sabor a romería y a Navidad.
Mucha gente, muchísima, quiso acompañar en su breve recorrido de poco más de hora y media a la réplica de la Patrona de Almonte que tallara Sebastián Santos, imaginero onubense que tiene en el Salvador otras dos grandes obras, como son la Virgen de la Merced y el impresionante Cirineo de Pasión.
A las nueve y media de la noche, tras la celebración de la Eucaristía, se abría la puerta central del Salvador para la salida de una procesión sin cortejo alguno; sólo la Virgen portada en andas bajo un palio de plata similar al de la Reina de las Marismas.
Con manto y saya blancos de tisú bordados en oro y diversas flores de vivos colores tanto a sus pies como a lo largo de la unión entre el manto y la ráfaga, la Virgen salió dejando en el interior del templo al propio coro de la hermandad cantando en su honor. La plaza del Salvador, abarrotada de personas, muchas de ellas venidas de fuera de Sevilla para acompañar a la Virgen del Rocío, la recibió con algunos vivas mientras bajaba los escalones de la iglesia.
La recibió la plaza y la llamativa iluminación navideña instalada este año por el Ayuntamiento en un punto tan céntrico de la ciudad y tan capital para entender la geografía urbana e incluso las costumbres de sus habitantes.
Un coro rociero, de los muchos que iban a cantarle a la Virgen del Rocío colocados a lo largo de todo el recorrido, ya la esperaba en la misma plaza, cerca de la confluencia con la calle Cuna, hacia la que se encaminó la conocida cariñosamente como la "Lotera", por la fecha en la que cada año celebra su procesión anual.







  








Desde Cuna, siguió por Cerrajería, Sierpes y Sagasta, siempre en un ambiente de auténtica alegría y encadenándose las interpretaciones de los diferentes coros, algunos de los cuales seguían cantando composiciones rocieras y villancicos incluso después de haber pasado la Virgen ante ellos.



















Finalmente, tras una parada ante la residencia de ancianos de San Juan de Dios, la Virgen del Rocío salió de nuevo a la Plaza del Salvador, arrastrando con ella a un gran número de personas que volvieron a llenar la plaza para verla entrar, lo que hizo nuevamente entre vivas y palmas, y girándose para acceder al templo mirando hacia sus devotos.
Una vez dentro, su coro comenzó a cantarle y muchos de los que estaban en la calle entraron tras ella para acompañarla hasta el interior.


















La Virgen del Rocío fue llevada hasta el presbiterio y, sin que el coro dejara de cantar en ningún momento, se le retiraron al palio las flores y la media luna para dar inicio al besamanos de la imagen con el que culminó esta salida procesional.






Era el día de la lotería, también conocido como el día de la salud para esa inmensísima mayoría que no consigue ni un pellizquito por culpa de los caprichosos bombos. Pero en Sevilla, el 22 de diciembre es también día de Rocío, de la "Lotera", la que nos invita a poner un punto y aparte al año procesional, que no es sino un punto y seguido para la devoción y el cariño de la ciudad a sus imágenes, representaciones del mismo Dios que mañana por la noche se hará hombre entre nosotros, y de su Madre, que también es la nuestra.
Feliz Navidad.

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