jueves, 19 de marzo de 2020

CON LO BIEN QUE ÍBAMOS...


Ya sabemos, y es algo con lo que tenemos que convivir, que el mundo de las cofradías siempre está en el punto de mira de quienes, por cuestiones ideológicas e incluso obsesivas, tienden a buscar el lado malo o a ridiculizar todo lo que tiene que ver con la Iglesia. Por eso cierto presentador de Televisión Española y ministro de brevísima duración se sorprendió tanto cuando, en una entrevista con el hermano mayor del Gran Poder, Félix Ríos, éste le dijo que bueno, que si había que suspender las procesiones no pasaba nada, que las cofradías tienen vida todo el año y que la salud pública es lo primero.
El presentador parecía no dar crédito. ¿El hermano mayor del Gran Poder de Sevilla no estaba montando un drama exagerado al que sacarle punta en todos los programas posteriores por la suspensión de la Semana Santa en la calle? Pero, ¿esto qué es? Y claro, acabó agradeciéndole al entrevistado su cordura y su sentido común. Vamos, que cuando plantearon hacer esa entrevista es evidente que no era eso lo que esperaban encontrar.
Posteriormente, llegó la inevitable noticia (pese a las sobreactuaciones innecesarias del alcalde) y se anunció lo esperado: no habría procesiones en la Semana Santa de 2020. Y las hermandades y los cofrades actuamos con lógica y con mesura. También con resignación, claro está. Pero nadie sacó los pies del tiesto. La cosa estaba como estaba y el mundo de las cofradías iba a ser mucho más responsable que los convocantes de las manifestaciones del día de la mujer y los políticos participantes.
Íbamos bien. Muy bien. Demostramos madurez, seriedad y sentido común. Pero de repente alguien se pone a imaginar una procesión magna, una salida extraordinaria o varias de acción de gracias cuando todo esto del virus de las narices haya pasado. Alguien se lo inventa (no descartemos que fuera incluso el medio de comunicación que primero lo sacó) y rápidamente en programas cofradieros, páginas web y foros no se habla de otra cosa. ¿Qué pasos podrían salir? ¿Cuándo es mejor hacerla? ¿Un vía crucis magno como el frustrado de 2013? ¿Una magna mariana? Si se hiciera, ¿qué imagen no debe faltar? El confinamiento en casa de la gente y la falta de contenidos en los medios (o de imaginación para buscarlos) tiene estas cosas.
Con lo bien que íbamos... y perdimos la madurez, la seriedad, el sentido común... Porque no se trata de si, cuando todo esto acabe, estará o no fuera de lugar una procesión de acción de gracias. Probablemente, organizar una procesión de esas características sea perfectamente adecuado y fiel a la propia historia de las cofradías. Y además, y no pasa nada por reconocer el poder económico del mundo cofradiero, llegado el momento pudiera ser una forma de contribuir a que el trompazo que la economía local se va a dar este año no lo sea tanto.
La cuestión es si estamos en el punto de ponernos a debatir e incluso a planificar una procesión extraordinaria de acción de gracias o eso es una triste demostración de frivolidad con la que está cayendo. Acción de gracias... ¿por qué? Los casos de infectados por coronavirus no dejan de aumentar. Y las muertes también, incluso con casos dramáticos como los que se viven en varias residencias de ancianos de distintos puntos de España. Hay además personas jóvenes, las que decían que estaban a salvo, que también están muriendo, como el guardia civil de sólo 37 años fallecido ayer mismo.
Y el martes, mientras en una tele local se debatía si hay que hacer una procesión extraordinaria de acción de gracias y se preguntaba a los invitados qué imágenes querrían ver en la calle por este motivo, conocíamos que se había producido la primera muerte por coronavirus en la capital hispalense. Una familia enterraba a esa señora y mientras los cofrades debatiendo sobre qué pasitos tienen que salir para dar gracias por el fin de un virus que seguirá instalado en nuestras vidas durante semanas o incluso meses.
¿De verdad es momento de frivolizar? Obviamente no. Es momento de rogativas, es decir, de oración. Oración que no puede ser con una imagen por las calles y ni siquiera acudiendo a un templo para arrodillarnos ante nuestros titulares. Ni siquiera. Es el momento de la oración íntima en casa, solos o en familia. En ese punto es en el que estamos ahora. Y el que quiera pasos tiene internet y los vídeos que tenemos en casa.
Pero, por favor, dejemos de dar carnaza a quienes tanta manía nos tienen. Mantengamos la seriedad que requiere el momento y cuando esto sea un mal recuerdo, que llegará a serlo, entonces y sólo entonces será cuando podamos ponernos a pensar en dar las gracias y en la mejor manera de hacerlo.

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