viernes, 28 de febrero de 2020
EL CRISTO DE LAS CINCO LLAGAS VISITÓ VARIOS TEMPLOS DURANTE SU VÍA CRUCIS
La Hermandad de la Trinidad celebró el pasado Miércoles de Ceniza su tradicional vía crucis con el Santísimo Cristo de las Cinco Llagas por las calles, visitando a lo largo del recorrido diversos conventos y templos en los que se rezaron algunas de las estaciones.
Llevado por sus hermanos tumbado en andas iluminadas con los guardabrisones estrenados en el Vía Crucis de las Cofradías de 2016 (ver), y guiado por el capataz Carlos Villanueva, el Cristo de las Cinco Llagas salió poco antes de las ocho de la tarde de la Basílica de María Auxiliadora y salió a la Ronda Histórica para cruzar enseguida a Madre Isabel de la Trinidad, siguiendo a un breve cortejo de hermanos con cirios encabezados por la cruz de guía.
El crucificado de Luis Álvarez Duarte tenía corona de espinas, un elemento que no suele llevar en la estación de penitencia de cada Sábado Santo. Además, la base de la cruz contaba con un pequeño exorno floral a base de lirios morados.
La Capilla Musical María Auxiliadora y la Escolanía Salesiana fueron las encargadas de acompañar musicalmente al Cristo de las Cinco Llagas, que en su recorrido paró en primer lugar ante el Beaterio de la Santísima Trinidad, para inmediatamente cruzar hacia la casa natal de Santa Ángela de la Cruz.
A continuación, siguió adelante para pasar junto a la antigua Parroquia de Santa Lucía, lamentablemente perdida para el culto en 1868 y en la que la propia Hermandad de la Trinidad residió provisionalmente durante la invasión francesa.
Por la estrechez de la calle Enladrillada, el Cristo de las Cinco Llagas buscó su siguiente visita, como fue el Convento de las Siervas de María, en la calle Santa Paula. El crucificado entró en el patio del convento, donde fue recibido por las religiosas. Tras el rezo de la estación del vía crucis, el cortejo, que había entrado también en el cenobio a excepción de la escolanía, salió de nuevo en dirección al Convento de Santa Paula, que al igual que el de las Siervas de María recibió al Cristo de las Cinco Llagas como al principio de este mismo mes habían recibido al Cristo de la Buena Muerte, de la Hermandad de la Hiniesta (ver).
Pronto siguió su camino el Cristo de las Cinco Llagas, que buscó después el cercano Convento de Santa Isabel, donde también entró, en este caso hasta el mismo presbiterio de la iglesia, donde estaban algunas de las religiosas filipenses, que participaron en el rezo de la estación correspondiente.
Tras rodear nuevamente la fuente de la Plaza de Santa Isabel, el Cristo de las Cinco Llagas se encaminó a la calle Siete Dolores de Nuestra Señora. La Hermandad de los Servitas, cofradía hermana de jornada, recibió también en su transitar al titular de la corporación trinitaria.
La capilla servita estaba abierta de par en par para que las andas con el Cristo entrasen por completo, accediendo hasta la cabecera del pequeño templo, a los pies del retablo que presiden la Virgen de los Dolores y el Cristo de la Providencia. Se rezó la estación correspondiente del vía crucis y después el crucificado de Álvarez Duarte salió para pasar junto a la Parroquia de San Marcos y tomar luego la calle Socorro.
Al final de la calle Socorro quedaba únicamente la parada ante la Parroquia de San Román, tras la que el Cristo de las Cinco Llagas volvería a la Basílica por las calles Sol, Madre Isabel de la Trinidad y de nuevo la Ronda hacia su templo, finalizando así el que es cada año el primer vía crucis de la Cuaresma.
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