miércoles, 21 de marzo de 2018

JEREZ CELEBRÓ EL BESAMANOS Y BESAPIÉ A LOS TITULARES DEL DESCONSUELO


La Iglesia de San Mateo de Jerez acogió este domingo el besamanos a María Santísima del Desconsuelo y el besapié a Nuestro Padre y Señor de las Penas, imágenes que se expusieron a los devotos en distintos puntos del templo.
En el caso de la Virgen del Desconsuelo, fue situada en el presbiterio bajo de la iglesia acompañada de San Juan Evangelista. Vestía su manto procesional, el antiguo de la Amargura sevillana, restaurado en 2012 por José Ramón Paleteiro, y una saya blanca con bordados en oro. En la cintura llevaba el emblema de la Orden Mercedaria al cumplirse su octavo centenario, mientras que en el pecherín tenía varios broches. Lucía una corona de plata, un fajín militar rojo con un entorchado y borlones dorados, y sujetaba dos rosarios con la mano izquierda, mientras que la derecha la ofrecía a los devotos.
A su lado, San Juan vestía con las prendas con las que habitualmente sale junto a la dolorosa cada Martes Santo en su paso de palio, túnica verde y mantolín rojo, ambos bordados en oro, además de llevar un nimbo tras la cabeza.
La dolorosa y el apóstol estaban flanqueados por los candelabros de cola de su paso de palio, mientras que más hacia los extremos había dos centros de claveles rosas y antirrhinum sobre sendas columnas de madera dorada y policromada de fuste salomónico. La peana forrada de color rojo sobre la que se elevaban ambas imágenes contaba con flores, como rosas, calas y antirrhinum, entre otras especies, flores que también estaban en dos jarras del palio.





















Por su parte, Nuestro Padre y Señor de las Penas se encontraba en la capilla en la que recibe culto, en el lado del Evangelio de la iglesia. Estaba ante el retablo de la estancia sobre un monte simulado como el del Calvario, donde espera el momento de su crucifixión.
Varias columnas doradas con jarras en las que había rosas rojas y estátice, además de algunos candelabros de su paso procesional rodeaban a la imagen del Señor, que llevaba unas potencias doradas.
Detrás, una escalinata cubierta con terciopelo rojo con galones dorados subía hasta el camarín, presidido por la cruz de guía de la hermandad, que ha sido restaurada este año, entre faroles. En los escalones había pequeñas jarras con lirios morados, mientras que en los extremos veíamos dos candelabros plateados con velas rojas.




















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