sábado, 30 de abril de 2011

CERREMOS LOS OJOS


Decir que esta Semana Santa ha sido mala sería injusto. Injusto para las hermandades que han podido realizar sus estaciones de penitencia con normalidad; injusto para los enfermos, personas mayores o trabajadores que ni siquiera han podido recorrer las calles para ver lo que ha salido o para contemplar los pasos en sus templos; injusto para quienes, por los motivos que sean, quisieran haber estado en Sevilla durante estos días y, no sólo no han podido, sino que la lluvia encima ha dejado casi sin contenido las retransmisiones de internet; injusto, en definitiva, para las ciudades y pueblos a los que ya les gustaría tener una Semana Santa con más de 30 hermandades tan maravillosas como las que han podido salir este año (contando también las de vísperas).
En cualquier caso, lo más importante es que la lluvia no ha conseguido mojar nuestra alma de cofrades; ésa que mantenemos todo el año despierta, ya sea asfixiados de calor en agosto o comiendo mantecados en Navidad.
No habrán salido a la calle este año. Pero, haced la prueba: si cerramos los ojos, ¿acaso no vemos al misterio de San Benito subiendo poderoso la Cuesta del Rosario? ¿No escuchamos "Soledad franciscana" en el regreso a casa de la Virgen de San Buenaventura por Carlos Cañal? ¿No oímos cómo cantan las hermanas de la Cruz a la Virgen de Gracia y Amparo? ¿O a la del Rosario? ¿O a las Angustias? ¿O a la Macarena? ¿No nos sumergimos en la magia de Montserrat a los sones de "Margot" por Molviedro? ¿No nos maravillamos al ver el misterio de la Exaltación abriéndose paso entre los muros de la calle Gerona? ¿No racheamos con los costaleros siguiendo a la Soledad por Cardenal Spínola camino de San Lorenzo? ¿No nos impresionamos con el Señor de la Sentencia avanzando con firmeza delante de Roma? ¿No nos deja boquiabiertos la salida, en una casi interminable lucha contra la piedra, del palio de los Desamparados? ¿No nos aferramos a la zancada del Gran Poder en un amanecer por San Vicente...?
Podrá ponerse el cielo, con minúscula, como quiera; podrá teñir de gris el paisaje, podrán las nubes llorar aguaceros de impotencia y las tormentas rugir de rabia. Pero tendrán que asumir que, les guste o no, nunca llueve, nunca, en el corazón de un cofrade.
Quedan 337 días para el Domingo de Ramos. Feliz espera...

DOMINGO DE RESURRECCIÓN 2011: TRIANA CON LA AURORA

El público que sale a la calle a ver las cofradías se divide, a grandes rasgos, en dos tipos: el que las busca, las sigue, el que no se imagina una Semana Santa en el sofá o en Matalascañas, el que no duerme porque hay un año entero para descansar y, como dijera Caro Romero, “la vida es una semana”. Y luego está el público que va a ver pasos porque algo habrá que hacer para pasar el rato y porque, como Vicente, va donde está la gente. Dicho de otro modo: está el público que, habiéndose acostado, si lo ha hecho, muy tarde el Sábado Santo, patea la ciudad aún de noche para encontrarse con el Resucitado y la Virgen de la Aurora; y el público que buscando la cofradía a la una del mediodía en las últimas calles de su itinerario sabe que va a tener que ponerse tan lejos de los pasos que no va a distinguir el Cristo de la Virgen, pero tampoco le importa. El problema es que este último tipo de público, al que realmente no le interesa ver nada, genera auténticas bullas y atascos de los que son víctimas los verdaderos cofrades.
Perdón por el rollo, pero es que uno no puede entender qué hacía tanta señora con carrito de bebé y tanto señor hablando (verídico) de cómo se afeita dando la espalda a los cofrades de Santa Marina y formando literalmente un tapón en calles como Socorro o Peñuelas, desde las que la hermandad se veía casi tan mal como desde las sillas del Duque a las que entran en Campana por O´Donnell.
Afortunadamente, La Resurrección sale a las cuatro y media de la madrugada, con lo que más o menos hasta la Alfalfa se puede ver la cofradía con una cierta comodidad. Eso sí; este año, incluso desde primeras horas de la mañana (o últimas de la noche, según se mire), se ha notado cómo la falta de hermandades en las jornadas anteriores ha atraído a mucha más gente de lo que es habitual a contemplar a la de Santa Marina. Mira por dónde, este año no podrán decir que han ido solos por la calle prácticamente en ningún momento.




Además de las propias imágenes (no todas las hermandades pueden presumir de tener tallas salidas de las gubias de Francisco Buiza y de Dubé de Luque) y de la belleza de los pasos (sobre todo la orfebrería del palio, que, por cierto, sufrió las consecuencias de las violentas levantás con la rotura de dos de los ángeles situados en la base de los varales), ver a esta hermandad en la calle cuenta con el aliciente de poder escuchar a la Agrupación Musical Virgen de los Reyes, que, le pese a quien le pese, sigue siendo de lo mejor que suena tras los pasos en Sevilla, aunque ya sólo toque en tres cofradías. El discurrir del Resucitado por la Cuesta del Rosario y la zona de la Alfalfa se convirtió en un auténtico concierto donde se sucedieron, por este orden y sin paréntesis alguno a base de tambor, “Gitano de Sevilla”, “Al compás de la Laguna”, “A la gloria”, “Caminando va por tientos”, “Caridad del Guadalquivir” y “Judería sevillana”. Ahí es nada.
Previamente, en la Catedral, el arzobispo Asenjo acompañó a ambos pasos desde la puerta de San Miguel hasta la de los Palos. Se le notó en la cara que le gustaron mucho las dedicatorias de las levantás del palio a cargo de Antonio Santiago: “Está aquí delante el señor arzobispo; por las vocaciones sacerdotales”; y “ésta va por la Virgen, que fue el primer sagrario que tuvo el Señor”. Y Asenjo, en ambos casos, asintió con la cabeza mostrando su conformidad.



Otra cara, ésta algo diferente, es la que ponía cada vez que observaba esas violentas levantás a las que antes aludía, y que probablemente se debieran más a un problema de la propia estructura del paso y no a un exceso de fuerza costalera. Habrá que tenerlo en cuenta para el año que viene.


Uno de esos detalles que hacen aún más grande a la Semana Santa de Sevilla se vivió en la calle Bustos Tavera, donde la Virgen de la Aurora recibió dos impresionantes petaladas que llevaban firma. De uno de los balcones de los que cayeron los pétalos colgaba un repostero que decía “Triana con su Esperanza” sobre fondo verde y con el dibujo de un ancla dorada; uno de esos reposteros confeccionados con motivo del XXV aniversario de la Coronación Canónica de la Esperanza de Triana en 2009. Todo un detalle el de estos hermanos de la Madrugá que, al no poder regalar a su Virgen esa ofrenda floral, la guardaron, después del vacío de viernes y sábado, para el último palio de la Semana Santa.


Luego, en la calle San Luis, habría más pétalos para un techo que en cada levantá permitía comprobar que lo que llevaba arriba era una auténtica alfombra muy tupida. Y ya en Santa Marina, con un sol que, ya iba siendo hora, apretaba con casi tanta fuerza como el de justo una semana antes, la Virgen de la Aurora se adentró en la oscuridad de su templo a los clásicos sones de “Amarguras”. Algún despistado preguntaba: “¿Pero es que no le tocan el Himno?”. “Sí, pero después, una vez que ha llegado al altar”.
A diferencia del año anterior, y pese a haber sido una de las Semanas Santas más lluviosas que se recuerdan, no quedaba ni el consuelo de ver regresar a casa a alguna cofradía refugiada en los días anteriores. Nada de eso; la Semana Santa de 2011 era ya historia.
Pero aún faltaba cumplir con algunos ritos del Domingo de Resurrección, como el besapié del Cachorro. Larguísima fue la cola que se formó para entrar en la iglesia; esta vez bajo el sol, y no con la lluvia calando los huesos, como el viernes por la mañana. Y eso que poco antes de las siete de la tarde cayó una corta pero intensa tormenta sobre la ciudad. Fue la rúbrica de la meteorología a una semana metida en agua.


Y como Sevilla sabe marcar perfectamente los tiempos, pasado el periodo penitencial se anuncian las Glorias. Otro rito del Domingo de Resurrección nos lleva cada año a San Bartolomé, iglesia con solera, en plena judería, que ya no sabe de nazarenos, ni de pasos de misterio, ni de palios. Allí estaba en besamanos la Virgen de la Alegría para recordarnos que, pese a todo, no cabe la tristeza. Cristo ha resucitado y nosotros, que somos unos privilegiados, lo hemos vuelto a vivir en primera persona.

SÁBADO SANTO 2011: FUE SÓLO UN ESPEJISMO

En una Semana Santa normal, el Sábado es un día de una cierta tristeza y melancolía. “Esto se acaba”, solemos decir. Este año, sin embargo, el Sábado Santo fue una jornada de gran expectación. Las previsiones redujeron la probabilidad de lluvia y soñábamos con ver a las cinco cofradías en la calle después de tantos días de sequía cofradiera.
La cosa no empezó mal. Un gran aplauso acogió en el Plantinar la noticia de que la Hermandad del Sol iba a salir. Por fin pasos pisando las calles. Y eso que el cielo seguía presentando un aspecto amenazante. Rosas rojas adornaban el paso del Varón de Dolores en su segunda estación de penitencia en Sábado Santo. Y detrás de él, la Banda del Sol, otra vez sin las plumas blancas rematando los cascos.




Cuando el palio de la Virgen del Sol abandonó su capilla anexa a San Diego de Alcalá, empezaron a caer algunas gotas. La hermandad ya contaba con ello; se preveía que insignificantes lloviznas podrían acompañar en las primeras horas de la tarde a la cofradía. Apenas se le dio importancia y, de hecho, en seguida cesó.


En el palio se concentraban las principales novedades de la cofradía. Por un lado, se estrenaron los respiraderos tallados en madera por Manuel Montáñez, que presentaban unos medallones provisionales a falta de los plateados que se podrán ver en 2012. Además, la Virgen llevaba un manto liso de terciopelo verde, en lugar del pintado. Hay quien pensó si no se trataba de un pasito atrás de la cofradía en su particular estilo.



También llamó la atención que, tras el fúnebre y limitado repertorio musical del año pasado, la Banda de Música del Sol interpretó un más variado número de marchas, incluso de corte más alegre. De hecho, en la inmensa recta desde Ramón y Cajal hasta la Puerta de Jerez se pudieron escuchar composiciones como “Virgen de los Ángeles” o “Virgen de Montserrat”, dolorosas, por cierto, que este año se quedaron sin salir.
Y en el cortejo, entre el juego de insignias tan personal con que cuenta esta corporación, se pudo ver el regalo ofrecido por la Hermandad de los Servitas: las pastas del Libro de Reglas, en sustitución de lo que era más bien una caja de madera en 2010.


Cuando la cofradía se encontraba en la calle San Fernando, donde, por cierto, esquivó los raíles del tranvía pasando entre las catenarias y los naranjos, se supo precisamente que Los Servitas no saldría.


Y mientras, en la Basílica de María Auxiliadora, La Trinidad seguía esperando, debatiéndose quizá entre las decisiones opuestas de las dos primeras hermandades de la jornada. Finalmente, con un ligero cambio en el itinerario para discurrir con mayor celeridad, la hermandad trinitaria decidía salir. No le dio tiempo, sin embargo, nada más que a asomar el paso del Decreto. Un fuerte aguacero obligó a retroceder y dar por concluida la estación de penitencia. Eso impidió poder contemplar en la calle el nuevo paso del misterio de las Cinco Llagas que han tallado los Hermanos Caballero; ese paso que hubo que hacer porque el anterior, decían, estaba en tan mal estado que se desmoronaba con sólo tocarlo y era imposible su restauración. Después, sin embargo, el histórico paso de los años 30 fue vendido a una hermandad de fuera de Sevilla. Lo que son las cosas…


El Sol, por su parte, cogía el testigo de Los Panaderos y lograba llegar a la Catedral, aunque por un atajo: directamente desde Alemanes evitando la carrera oficial. Pasaban las horas y la hermandad seguía esperando porque las lloviznas sin importancia se convirtieron en intensísimos chubascos que no dieron opción alguna al Santo Entierro ni a la Soledad de San Lorenzo. Nada sorprendente, por otra parte.



Y mientras las televisiones locales desmontaban el escenario sin espectáculo en que se convirtió la Campana en la segunda mitad de la semana, la hermandad del Plantinar veía por fin el claro que se anunciaba y que tanto se hizo esperar, permitiendo un regreso al barrio que se pensaba que fuese más rápido. La desaparición del riesgo de lluvia y las ganas de cofradías de la propia corporación y de la multitud que la acompañó hasta su capilla hicieron que El Sol aprovechara la circunstancia y, aunque no hubo discurrir por San Bernardo sino la misma línea recta del recorrido de ida, hubo ocasión de disfrutar al máximo de la hermandad hasta que, en torno a la una de la madrugada del ya Domingo de Resurrección, el palio de la Virgen del Sol arrió definitivamente en casa.




Parecía que el Sábado Santo iba a ser completo, pero fue sólo un espejismo. Eso sí, un espejismo en el que el Sol brilló con toda su fuerza.

VIERNES SANTO 2011: SOBRÓ LA CIENCIA

Después de varios días hablando de porcentajes y probabilidades, tuvo que venir el arzobispo, Juan José Asenjo, para subrayar lo obvio con total rotundidad: cuando está lloviendo no se puede salir. Lo hizo en El Cachorro durante una mañana de Viernes Santo en la que para ver a la Macarena, a la Esperanza de Triana o a Los Gitanos había que ir a buscarlos a sus templos.


La cara de circunstancias del hermano mayor del Cachorro, José María Ruiz, lo decía todo. Poco antes de las doce y media de la mañana, más de tres horas antes de la salida de la hermandad, monseñor Asenjo ya estaba invitando a ganar en oración y reflexión lo que se iba a perder en lucimiento externo. El Cristo de la Expiración y la Virgen del Patrocinio se iban a quedar en casa; y eso lo sabía el arzobispo sin necesidad de consultar partes meteorológicos ni preguntar a ningún físico casi ascendido a los altares durante esta última Cuaresma (aunque luego demostrara el de Indiana que se equivoca tanto como cualquier otro).
Casi lo mismo diría después en San Buenaventura, donde un leve arqueamiento de ceja de José Félix Romero mostró su contrariedad ante el rotundo dictamen del arzobispo: la Soledad tampoco saldría. En cualquier caso, antes de marcharse del templo se dirigió directamente al hermano mayor: “Paciencia y resignación”.
Pero vamos por orden. Efectivamente, la Hermandad del Cachorro fue la primera en rendirse a la evidencia. Ya es mala suerte la de José María Ruiz. En sus ocho años como hermano mayor sólo ha podido realizar con normalidad (sin quedarse en casa y sin tener que buscar refugio por el camino) tres estaciones de penitencia. Podríamos decir que, en su relación con la lluvia, el Viernes Santo es la antítesis del Miércoles.


No tardó en llegar la segunda negativa. La Carretería se quedaba en la antigua calle Varflora, sin poder salir de una capilla que este año cumple dos siglos y medio desde que el gremio de toneleros se la regalara a la corporación. Dentro se quedaron, por tanto, los dos estrenos del año, que no eran sino la finalización de los de 2010: la restauración de los respiraderos del misterio, completando así la del canasto el año pasado, y los nuevos sobrefaldones laterales, en la misma línea de los delanteros que ya se pudieron ver en la calle el anterior Viernes Santo.



A esa hora no todo estaba perdido en Triana. El Cachorro ya no saldría, pero aún quedaba saber qué haría La O. De momento, pidió media hora de margen; aunque lo cierto es que le sobró la mitad del tiempo. Tampoco salió una hermandad que tenía muchos motivos para ponerse en la calle. El principal era, sin duda, homenajear al desaparecido capataz Rafael Ariza, cuyos descendientes iban a pasear al Nazareno de la calle Castilla y a la Virgen de la O por primera vez sin la compañía de toda una leyenda en la hermandad al frente de sus pasos. Las nubes, quizá, no quisieron dejar de llorar su ausencia. Pero, además, 30 cirios de la candelería del palio tenían escritos los nombres de otros tantos niños nacidos al amparo de la Fundación Virgen de la O, que ofrece apoyo a mujeres embarazadas que se encuentran en situaciones difíciles.


Por otro lado, el paso del Nazareno presentaba la canastilla recién dorada tras su restauración. ¡Qué acertados estuvieron los hermanos de La O cuando votaron en contra de sustituir este paso! Menos mal que ellos pusieron la cordura frente al loco que propuso desecharlo.


En San Buenaventura se empeñaban en luchar contra los elementos. Mucho tiempo esperó la hermandad para decidirse. Quizá no se resignaban, como recomendó el arzobispo, a la idea de quedarse sin salir poco más de un mes después de que también la lluvia les robara la ilusión de ver al Cristo de la Salvación recorrer las calles sobre un paso como conmemoración del 75 aniversario de la talla de la imagen.
Puede que, para paliar la pena del Hijo, dispuesto en su lugar habitual de culto, la Madre decidiera quedarse también sin salir este año. Y eso que el hermano mayor de la cofradía lo intentó todo; incluso se le pudo ver en la azotea del convento mirando al cielo, tratando de calcular de dónde venían las nubes, a dónde iban, si traían más agua… Sobraban los partes, sobraba la ciencia. Pero el método tradicional, el que se usaba cuando no había radares ni páginas web de información meteorológica más o menos fiable, tampoco permitió otra cosa que no fuera suspender la salida. Y a esa pena, doble pena después de lo del Cristo, se sumó el tener que desmontar el paso deprisa y corriendo, siguiendo las directrices de los franciscanos. “Paciencia y resignación”, recomendó el arzobispo. “Y tanto”, responderían los hermanos de la Soledad…



Ya sólo quedaba el triángulo final del día. La de San Isidoro, la verdad, ya se daba por perdida desde primera hora de la tarde, por no decir de la mañana. Sin sorpresas: San Isidoro no sale. Lástima. Era la segunda y muy probablemente última ocasión de ver a la Virgen de Loreto con el manto de la Virgen de la Salud.
Con muy poco tiempo de diferencia, desde el antiguo Convento de la Paz llegó la penúltima decepción: La Mortaja tampoco sale, dejando para 2012 el muy acertado itinerario que había decidido la nueva junta de gobierno, por San Juan de la Palma, Feria, San Martín, San Andrés…
Y todo se jugaba a una sola carta. ¿Intentaría Montserrat repetir el éxito de 2004, cuando, tras el aguacero que soportaron La Carretería y El Cachorro, fue la única hermandad en poder realizar su estación de penitencia? Ya veníamos todos escarmentados de lo del Martes, cuando soñábamos con que La Bofetá emulara hazañas anteriores que no se pudieron reeditar. Y lo que Montserrat reeditó fue lo que unas cuantas horas antes habían hecho sus vecinas de la Quinta Angustia y El Calvario: quedarse en casa, único lugar donde pudo lucirse el paño de la Verónica, pintado este año por Fernando Fernández Goncer.





Suma y sigue: cuarta jornada de la Semana Santa sin cofradías en la calle. Ya parecía que había pasado un siglo desde que vimos a la Virgen de Regla regresando por Orfila…

MADRUGÁ 2011: NOCHE EN BLANCO

La imagen que mejor resume lo acontecido en la inexistente Madrugá de 2011 la ofreció poco antes de las tres Giralda TV: la puerta cerrada de la Magdalena, la calle a oscuras y vacía. Absolutamente nadie a una hora en que, en circunstancias normales, San Pablo estaría de bote en bote para ver salir El Calvario y contemplar después a una comprimida Hermandad de la Esperanza de Triana tratando de dejar espacio al Gran Poder en el cruce de Zaragoza a Gravina.
Nada de eso, sin embargo, iba a ocurrir esa noche. La no decisión (porque realmente poco hubo que decidir) del Calvario rubricaba una aciaga jornada en la que todas las hermandades, las seis (incluso la hermandad trianera, por más que se empeñara en mantener el inútil suspense durante media hora), lo tuvieron clarísimo.


Doce minutos; solamente doce minutos bastaron para que El Silencio, La Macarena y El Gran Poder, por este mismo orden, pasaran la pelota a la segunda mitad de la Madrugá. Prácticamente una hora antes de sus respectivas salidas, las dos primeras cofradías de negro ya se pronunciaron, mientras que en San Gil no vieron ni siquiera necesario solicitar tiempo para decidir.
Y llegó el turno de la segunda parte. El intenso aguacero que soportaron quienes esperaban en las calles Pureza y Verónica facilitó a las juntas de gobierno la decisión. Después vendría toda una señora tormenta para confirmar, por si quedaba alguna duda, que no había otra opción.



La Madrugá concluyó sin haber empezado, convirtiéndose así en la tercera jornada en blanco de la Semana Santa de 2011.

JUEVES SANTO 2011: EL AGUA NO PUDO CON ROMA

No hacía falta nada más que mirar al cielo para saber que, poco a poco, las siete cofradías de la jornada acabarían optando por suspender las estaciones de penitencia. Y eso que algunas decisiones definitivas se hicieron esperar. De hecho, pese al intercambio de puestos entre La Exaltación y Monte-Sión, el orden de comunicación de las no salidas fue el habitual de cualquier otro Jueves Santo lluvioso: primero Las Cigarreras y Los Negritos, después La Exaltación y, para culminar con esa primera parte de la jornada, Monte-Sión, que tenía este año que haber salido media hora antes que la hermandad de Santa Catalina.



La duda ahora está en ver si el experimento pensado sólo para este año se tratará de trasladar al próximo. Puede que todo dependa del camino que siga el absurdo recurso que llegaron a presentar algunos hermanos contrarios a la decisión de la junta de gobierno de la calle Feria. Como si lo más importante de una estación de penitencia fuera la hora a la que se realiza…
De nuevo, como en el Martes Santo, todo apuntaba a una jornada de vagabundeo por la ciudad y colas para entrar en los templos de los que no saldrían los pasos.


En los momentos en que incluso llegó a brillar el sol, muchos pensaban que, por la experiencia de años anteriores, si había una sola hermandad del día que se atrevería a salir, ésa sería la Quinta Angustia. Pero, con el cielo a medio despejar, llegó la noticia. Ni siquiera en la Magdalena hubo duda alguna. Los partes eran claros. No estaba la tarde para aventurarse gratuitamente y las hermanas nazarenas que por primera vez vestirían la elegantísima túnica morada de capa tendrían que esperar al menos un año más.


Con la negativa de la Quinta Angustia, era ya cuestión de minutos que las dos últimas siguieran la tendencia. Nadie esperaba sorpresa alguna. La siguiente en decidir fue Pasión. Lamentablemente, la faena de unos pocos hermanos caprichosos que evitaron que la Virgen de la Merced fuera acompañada por la banda de la Oliva el año pasado fue multiplicada por la lluvia de este 2011. La recuperación de los sones musicales tras el palio, algo que se perdió por motivos económicos y no por nada que tenga que ver con el carácter de la cofradía, no podrá producirse, al menos, hasta el próximo Jueves Santo. Y seguro que alguno hasta se alegraría por ello… Por cierto, un diez para Javier Criado, que cortó de raíz las palmas de los hermanos cuando comunicó que no se saldría. “Aquí no se aplauden estas cosas”, dijo frenando la manía que ha afectado a todas las cofradías de aplaudir estas decisiones, no sabemos si como apoyo a las juntas de gobierno, como homenaje a los titulares o como qué.
El Valle fue la última en acabar con todas las esperanzas de ver pasos por las calles en el día del que se dice que reluce más que el sol. ¡Qué ironía!
En la Resolana, sin embargo, ya se había advertido: “El agua no puede con Roma”. Y, efectivamente, con la preocupación por dentro de lo que pasaría en la Madrugá, la Centuria Macarena salió a recorrer la ciudad para llevar felicidad a los niños enfermos del Hospital Virgen del Rocío, postrarse ante el Gran Poder y el Señor de los Gitanos, y volver de nuevo a la Basílica a la espera de los acontecimientos.


Roma ganó al agua la primera batalla. Pero la más importante se libraba en unas pocas horas…

MIÉRCOLES SANTO 2011: ESPLENDOR ENTRE LAS AGUAS

La jornada que hasta 2005 acumuló más de 30 años seguidos escapando de la lluvia lo volvió a hacer. Entre las nubes que pasaron y las que vendrían detrás, el Miércoles Santo fue de nuevo tan esplendoroso como se soñó. Frente a porcentajes y probabilidades de chubascos aislados, dispersos, débiles o moderados, las nueve hermandades se echaron a las calles cambiando por completo el aspecto desolador de una ciudad sin cofradías el día anterior.
Ya casi ni se acordaba uno del disgusto del martes, aunque se pudo ver una prueba evidente de lo sucedido. En San Lorenzo, la imagen de Jesús ante Anás vestía una túnica blanca, en lugar de la morada con la que habría realizado su estación de penitencia de no haber sufrido un intensísimo aguacero nada más abandonar el templo. Así se quedaría la túnica de empapada para que fuera necesario cambiarla por otra…


Pero después de la tempestad llegó la calma de un miércoles que volvió a reunir a familias enteras en el antiguo arrabal de San Bernardo, aquél desde el que San Fernando planificó la reconquista de la ciudad. Con unos minutos de retraso se abrieron las puertas de la parroquia para que la cofradía pudiera bajar la doble rampa (una para la salida hacia Gallinato y otra para la entrada desde Santo Rey) e iniciar su estación de penitencia. Asistió a la salida el compositor Manuel Marvizón, cuya marcha “San Bernardo” fue la primera que sonó tras el palio de la Virgen del Refugio. La única lluvia que se le permitió al día fue la de los pétalos que, sin solución de continuidad, caían sobre los pasos.




Otra muy especial se lanzó en la calle Santiago al palio de la Virgen de Consolación. El grupo joven del Polígono de San Pablo le dedicó una importante lluvia de pétalos a la dolorosa de La Sed, debido al hermanamiento que une desde hace algunos años a ambas corporaciones. Un poco más adelante, mientras la banda de la Oliva de Salteras interpretaba “Rocío”, fue la Hermandad del Beso de Judas la que repitió el gesto con la Virgen de los ojos azules.


Sorprendente fue para muchos, por otro lado, el exorno floral del Cristo de la Sed, conformado únicamente a base de lirios morados, un novedoso aspecto en el impresionante paso que Guzmán Bejarano talló para el crucificado de Álvarez Duarte.


La salida del Baratillo se prolongó durante poco menos de hora y media. Algunos visitantes, desconocedores de que la cofradía forma sus tramos en la Maestranza, no daban crédito ante la cantidad interminable de nazarenos azules que salían de la pequeña capilla. Los miembros de la banda del Sol no llevaban sus habituales plumas en los cascos; señal inequívoca de que el tiempo no era muy estable. La principal novedad del paso de la Piedad fue casi imperceptible para muchos. Se trataba de la recuperación de los medallones del sudario que pende de la cruz después de varias décadas sin ellos. Aunque, ¿quién puede fijarse en el sudario teniendo delante el conjunto escultórico que unió para siempre las gubias de Fernández Andes y Ortega Bru?



Hasta cerca de las siete de la tarde no empezó a recorrer Adriano la Virgen de la Caridad. Dos parejas de turistas de acento alemán parecían acusar el cansancio, aunque sin dejar de comentar cada aspecto que les llamaba la atención del espectáculo que estaban contemplando.


La salida del Cristo de Burgos se hace mucho más ligera. Sin perder de vista la cruz de guía los ciriales ya anunciaban al crucificado más antiguo de entre aquéllos de los que se conserva la documentación de su hechura. Al igual que el Cristo de la Sed, el de San Pedro apareció con un monte de lirios morados que no llevaba desde 2006, año en que se estrenó la restauración del paso a cargo de los Hermanos Caballero.


Por su parte, Madre de Dios de la Palma se presentó a los cofrades con su corona de Marmolejo, aunque muchos son los que la prefieren con diadema. Absolutamente imprescindible el discurrir de este paso desde la calle San Juan hasta la entrada. En la plaza del Cristo de Burgos se le tocó “La Madrugá”, completando así el cuarteto de interpretaciones de la genial partitura de Abel Moreno, después haberse escuchado tras la Virgen del Carmen en Doña María Coronel, tras la Virgen del Buen Fin en el Salvador y tras la Virgen de la Cabeza en la Plaza Nueva.


El imaginero Francisco José Reyes Villadiego ha sido el encargado de diseñar la nueva cruz de guía del Carmen Doloroso, realizada por el taller de Sergio Acal, y con un estilo radicalmente diferente al de la anterior.


Además, para mayor contraste, la nueva está dorada y presenta la leyenda “La paz os dejo, mi paz os doy”, en alusión a la advocación del Cristo titular, el cual presentaba una túnica nueva en terciopelo de Lyon, aunque del mismo color blanco de la que siempre ha llevado en el paso. Las flores del misterio, siguiendo la tónica del día, fueron lirios morados rodeando todo el canasto que, previsiblemente, estará completamente dorado el próximo año.


En el palio de la Virgen del Carmen las novedades fueron tres: la gloria, pintada por Antonio Díaz Arnido y en la que, al igual que en la anterior, está representada la Virgen de Todos los Santos; la toca de sobremanto, diseñada también por Reyes Villadiego; y los varales, que eran los antiguos del palio de Monte-Sión.


Incomprensiblemente, los veladores (sobre todo uno más cercano a la calle Cuna) estaban completamente colocados en la plaza del Salvador al paso de las hermandades del Buen Fin y la Lanzada, lo que dificultaba notablemente la movilidad de la gente. Incluso algunos de los policías que iban delante de los pasos se sorprendían al ver las mesas tan inoportunamente colocadas en mitad de la bulla. En cualquier caso, ambas hermandades dieron lo mejor de sí mismas en lo que constituyó un anticipo (o eso pensábamos) de la Madrugá, con la Centuria Macarena primero y la banda de las Tres Caídas después.



En el misterio de la Lanzada llamó la atención que la Virgen de Guía vistiera un manto azul liso, en lugar del habitual rojo bordado.


La Hermandad de las Siete Palabras, que celebraba con su salida anual el medio milenio de sus orígenes más remotos, gusta cada día más y mantiene vivo ese sabor antiguo al que, sin duda, ha contribuido este año el más que reconocido estreno de la Banda de Cornetas y Tambores Esencia detrás del misterio. Una muy buena elección por parte de la junta de gobierno, que de la noche a la mañana, tras la disolución de la Expiración de Morón de la Frontera, se vio compuesta y sin banda.



Cuando la Virgen de la Cabeza se encontraba frente al Ayuntamiento, cayeron algunas gotas. Fue sólo un aviso breve. Pasado el susto, la cofradía siguió como si nada. En la entrada en San Vicente se notó más público que en los últimos años, lo que demuestra que la corporación vive un momento dulce.
Aunque para bullas, las que siguen al misterio de Los Panaderos, que volvió de nuevo a discurrir por un itinerario mucho más acertado que el que tuvo hasta 2009, pasando ahora por la Cuesta del Bacalao, la Plaza del Salvador y regresando desde Cuna a Orfila. La policía fue realmente estricta para controlar a la gente en esta calle, vallada en toda su longitud. Llamó la atención la estampida de público una vez que el paso del Prendimiento se metió en la Capilla de San Andrés. De esta forma, el regreso a casa del palio se pudo disfrutar con mayor comodidad.


Si hubieran sabido lo que estaba por venir, cuánta gente habría hecho el esfuerzo de aguantar hasta ver entrar a la Virgen de Regla, de la que tanto nos íbamos a acordar en los días siguientes…