La jornada que hasta 2005 acumuló más de 30 años seguidos escapando de la lluvia lo volvió a hacer. Entre las nubes que pasaron y las que vendrían detrás, el Miércoles Santo fue de nuevo tan esplendoroso como se soñó. Frente a porcentajes y probabilidades de chubascos aislados, dispersos, débiles o moderados, las nueve hermandades se echaron a las calles cambiando por completo el aspecto desolador de una ciudad sin cofradías el día anterior.
Ya casi ni se acordaba uno del disgusto del martes, aunque se pudo ver una prueba evidente de lo sucedido. En San Lorenzo, la imagen de Jesús ante Anás vestía una túnica blanca, en lugar de la morada con la que habría realizado su estación de penitencia de no haber sufrido un intensísimo aguacero nada más abandonar el templo. Así se quedaría la túnica de empapada para que fuera necesario cambiarla por otra…
Pero después de la tempestad llegó la calma de un miércoles que volvió a reunir a familias enteras en el antiguo arrabal de San Bernardo, aquél desde el que San Fernando planificó la reconquista de la ciudad. Con unos minutos de retraso se abrieron las puertas de la parroquia para que la cofradía pudiera bajar la doble rampa (una para la salida hacia Gallinato y otra para la entrada desde Santo Rey) e iniciar su estación de penitencia. Asistió a la salida el compositor Manuel Marvizón, cuya marcha “San Bernardo” fue la primera que sonó tras el palio de la Virgen del Refugio. La única lluvia que se le permitió al día fue la de los pétalos que, sin solución de continuidad, caían sobre los pasos.
Otra muy especial se lanzó en la calle Santiago al palio de la Virgen de Consolación. El grupo joven del Polígono de San Pablo le dedicó una importante lluvia de pétalos a la dolorosa de La Sed, debido al hermanamiento que une desde hace algunos años a ambas corporaciones. Un poco más adelante, mientras la banda de la Oliva de Salteras interpretaba “Rocío”, fue la Hermandad del Beso de Judas la que repitió el gesto con la Virgen de los ojos azules.
Sorprendente fue para muchos, por otro lado, el exorno floral del Cristo de la Sed, conformado únicamente a base de lirios morados, un novedoso aspecto en el impresionante paso que Guzmán Bejarano talló para el crucificado de Álvarez Duarte.
La salida del Baratillo se prolongó durante poco menos de hora y media. Algunos visitantes, desconocedores de que la cofradía forma sus tramos en la Maestranza, no daban crédito ante la cantidad interminable de nazarenos azules que salían de la pequeña capilla. Los miembros de la banda del Sol no llevaban sus habituales plumas en los cascos; señal inequívoca de que el tiempo no era muy estable. La principal novedad del paso de la Piedad fue casi imperceptible para muchos. Se trataba de la recuperación de los medallones del sudario que pende de la cruz después de varias décadas sin ellos. Aunque, ¿quién puede fijarse en el sudario teniendo delante el conjunto escultórico que unió para siempre las gubias de Fernández Andes y Ortega Bru?
Hasta cerca de las siete de la tarde no empezó a recorrer Adriano la Virgen de la Caridad. Dos parejas de turistas de acento alemán parecían acusar el cansancio, aunque sin dejar de comentar cada aspecto que les llamaba la atención del espectáculo que estaban contemplando.
La salida del Cristo de Burgos se hace mucho más ligera. Sin perder de vista la cruz de guía los ciriales ya anunciaban al crucificado más antiguo de entre aquéllos de los que se conserva la documentación de su hechura. Al igual que el Cristo de la Sed, el de San Pedro apareció con un monte de lirios morados que no llevaba desde 2006, año en que se estrenó la restauración del paso a cargo de los Hermanos Caballero.
Por su parte, Madre de Dios de la Palma se presentó a los cofrades con su corona de Marmolejo, aunque muchos son los que la prefieren con diadema. Absolutamente imprescindible el discurrir de este paso desde la calle San Juan hasta la entrada. En la plaza del Cristo de Burgos se le tocó “La Madrugá”, completando así el cuarteto de interpretaciones de la genial partitura de Abel Moreno, después haberse escuchado tras la Virgen del Carmen en Doña María Coronel, tras la Virgen del Buen Fin en el Salvador y tras la Virgen de la Cabeza en la Plaza Nueva.
El imaginero Francisco José Reyes Villadiego ha sido el encargado de diseñar la nueva cruz de guía del Carmen Doloroso, realizada por el taller de Sergio Acal, y con un estilo radicalmente diferente al de la anterior.
Además, para mayor contraste, la nueva está dorada y presenta la leyenda “La paz os dejo, mi paz os doy”, en alusión a la advocación del Cristo titular, el cual presentaba una túnica nueva en terciopelo de Lyon, aunque del mismo color blanco de la que siempre ha llevado en el paso. Las flores del misterio, siguiendo la tónica del día, fueron lirios morados rodeando todo el canasto que, previsiblemente, estará completamente dorado el próximo año.
En el palio de la Virgen del Carmen las novedades fueron tres: la gloria, pintada por Antonio Díaz Arnido y en la que, al igual que en la anterior, está representada la Virgen de Todos los Santos; la toca de sobremanto, diseñada también por Reyes Villadiego; y los varales, que eran los antiguos del palio de Monte-Sión.
Incomprensiblemente, los veladores (sobre todo uno más cercano a la calle Cuna) estaban completamente colocados en la plaza del Salvador al paso de las hermandades del Buen Fin y la Lanzada, lo que dificultaba notablemente la movilidad de la gente. Incluso algunos de los policías que iban delante de los pasos se sorprendían al ver las mesas tan inoportunamente colocadas en mitad de la bulla. En cualquier caso, ambas hermandades dieron lo mejor de sí mismas en lo que constituyó un anticipo (o eso pensábamos) de la Madrugá, con la Centuria Macarena primero y la banda de las Tres Caídas después.
En el misterio de la Lanzada llamó la atención que la Virgen de Guía vistiera un manto azul liso, en lugar del habitual rojo bordado.
La Hermandad de las Siete Palabras, que celebraba con su salida anual el medio milenio de sus orígenes más remotos, gusta cada día más y mantiene vivo ese sabor antiguo al que, sin duda, ha contribuido este año el más que reconocido estreno de la Banda de Cornetas y Tambores Esencia detrás del misterio. Una muy buena elección por parte de la junta de gobierno, que de la noche a la mañana, tras la disolución de la Expiración de Morón de la Frontera, se vio compuesta y sin banda.
Cuando la Virgen de la Cabeza se encontraba frente al Ayuntamiento, cayeron algunas gotas. Fue sólo un aviso breve. Pasado el susto, la cofradía siguió como si nada. En la entrada en San Vicente se notó más público que en los últimos años, lo que demuestra que la corporación vive un momento dulce.
Aunque para bullas, las que siguen al misterio de Los Panaderos, que volvió de nuevo a discurrir por un itinerario mucho más acertado que el que tuvo hasta 2009, pasando ahora por la Cuesta del Bacalao, la Plaza del Salvador y regresando desde Cuna a Orfila. La policía fue realmente estricta para controlar a la gente en esta calle, vallada en toda su longitud. Llamó la atención la estampida de público una vez que el paso del Prendimiento se metió en la Capilla de San Andrés. De esta forma, el regreso a casa del palio se pudo disfrutar con mayor comodidad.
Si hubieran sabido lo que estaba por venir, cuánta gente habría hecho el esfuerzo de aguantar hasta ver entrar a la Virgen de Regla, de la que tanto nos íbamos a acordar en los días siguientes…