La mañana, bien temprano, del 15 de agosto conlleva un desacostumbrado trasiego para tratarse de un día festivo y, además, en pleno verano. No es un día cualquiera. Es el Día de la Virgen, lo que en Sevilla significa el día de la Patrona, la que lo es de la ciudad y de la archidiócesis.
A los peregrinos que desde distintos municipios cercanos van a su encuentro caminando en la madrugada se suman los devotos residentes en la capital, que salen pronto de sus domicilios rumbo a las inmediaciones de la Catedral, donde ya saben que será complicado encontrar un buen sitio y, mucho más, intentar seguir a la Virgen por el brevísimo y exageradamente vallado itinerario. ¿En serio nadie se ha planteado lo de las dichosas vallitas?
A las siete y media de la mañana comienza a salir por la Puerta de los Palos el cortejo, ante el que se sitúa la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla, que este año ha interpretado diversas composiciones del recordado Pedro Morales con motivo del centenario de su nacimiento. Como en el Corpus, los niños carráncanos abren lo que es propiamente el cortejo, delante de la cruz patriarcal. Luego, los miembros de la Asociación de Fieles de la Virgen de los Reyes y San Fernando con cirios blancos, el Consejo General de Hermandades y Cofradías, los hermanos de la Sacramental del Sagrario con cirios rojos, el clero secular, la coral y el Cabildo Catedral con la presencia del colegio de canónigos.
El repicar de las campanas de la Giralda informó de la salida del palio de tumbilla de la Virgen de los Reyes, que este año ha salido a las calles con el manto blanco con castillos y leones bordados en oro, donado por la reina Isabel II en 1853. En 2018 fue la última vez que vistió este manto en su salida del 15 de agosto. Lo que no cambia son las esquinas absolutamente cuajadas de varas de nardos.
Tras salir a la plaza que lleva su nombre, la Virgen de los Reyes giró a su izquierda hacia la calle Cardenal Carlos Amigo, iniciando así un itinerario que es en esencia una vuelta a la manzana. Una manzana grande, porque coincide con el perímetro de la Catedral.
Se detuvo en varias ocasiones antes de alcanzar casi la confluencia de Cardenal Carlos Amigo con Alemanes, donde se produjo la primera de las posas o giros completos del paso, que se detuvo mirando hacia quienes la seguían en primer lugar, que no eran otros que el arzobispo, Juan José Asenjo, y los obispos auxiliares que participaban por primera vez en la procesión con este cargo, Teodoro León y Ramón Darío Valdivia, quienes escoltaron al arzobispo durante todo el recorrido.
A continuación, la Virgen de los Reyes recorrió al completo la calle Alemanes, deteniéndose en la confluencia con Álvarez Quintero primero y con Hernando Colón después, permitiendo así que la gran cantidad de personas que estaban en dichas calles pudieran contemplar durante algunos instantes a la Patrona parada junto a ellos.
Seguidamente, la Virgen salió a la Avenida de la Constitución, donde tuvo lugar la segunda de las posas y después continuó su camino mientras a lo lejos, tras la representación municipal y la Policía Local de gala, iba la Compañía de Honores del Ejército interpretando marchas como "Virgen de las Aguas", que es con la que la Patrona avanzó por gran parte de la avenida.
Se escuchaba a la Sinfónica Municipal finalizando su participación en la procesión con marchas como "El Corpus" o "Triunfal", una vez tocadas marchas de Pedro Morales como "Esperanza Macarena", "Amparo" o "Rosario de la Macarena", cuando la Virgen de los Reyes hacía la tercera posa en la esquina de la avenida con Fray Ceferino González. El repicar de las campanas coincide siempre con cada posa.
Luego, el palio de tumbilla siguió adelante hacia la plaza del Triunfo, donde un hombre vendía "a un euro, sólo un euro" pulseras de la Virgen de los Reyes. La Patrona se detuvo antes de continuar hacia la cuarta y última posa cuando el sol iluminaba con fuerza su sonriente rostro.
Finalmente, por el lado contrario de la plaza al que la vio alejarse, regresaba a los pies de la Giralda la Virgen de los Reyes, que como es costumbre se detuvo ante la Puerta de los Palos dándole de frente el sol que desde Mateos Gago había llegado a este punto de la ciudad tras el amanecer.
La Compañía de Honores del Ejército arrancó los aplausos de los presentes al desfilar con rapidez ante el paso, que luego se levantó, siempre a pulso, para adentrarse en la Catedral a las órdenes del capataz Eduardo Bejarano.
Las campanas de la Giralda hicieron prácticamente inaudible el Himno de España, con el que se puso el punto final a la procesión a las 9,37 de la mañana de este Día de la Virgen; un día muy especial porque en este 2023 se cumplen 775 años de la entrada en la ciudad de San Fernando, el rey que trajo consigo a la Virgen de los Reyes, la Patrona de la ciudad y de la archidiócesis, la Reina por la que reinan los reyes.