Tras dos años sin salir a la calle, el Santísimo Cristo de la Buena Muerte pudo presidir este sábado el vía crucis de la Hermandad de la Hiniesta por el barrio de San Julián. La última vez fue el 1 de febrero de 2020 (ver), cuando la pandemia nos acechaba.
En esta ocasión, de nuevo en el último sábado de enero, el Cristo de la Buena Muerte salió para el rezo del vía crucis y lo hizo con dos novedades destacadas. En primer lugar, se estrenaba la nueva parihuela del crucificado, algo menos aparatosa que la anterior y con capacidad para ser portada por más hermanos; y la segunda novedad fue el horario, que se adelantó una hora respecto a lo habitual en años anteriores, al salir antes de la misa de las siete de la tarde y no después, como solía ocurrir.
Lo que no ha cambiado este año es el discurrir del crucificado de Antonio Castillo Lastrucci por los conventos más cercanos a San Julián, como Santa Paula, las Siervas de Jesús, Santa Isabel y San Cayetano, además de entrar también en la Capilla de los Dolores, de la Hermandad de los Servitas.
El cortejo lo iniciaba la cruz de guía, mientras que un segundo tramo de hermanos con cirios lo encabezaba el estandarte corporativo, estrenado en septiembre de 2020 y réplica del anterior. Antes del cuerpo de acólitos iba un trío de capilla de la Banda Municipal de Música de Mairena del Alcor. En cuanto al Cristo de la Buena Muerte, llevaba sus potencias de salida y en la base de la cruz había lirios morados.
Tras volver a San Julián, el Cristo de la Buena Muerte fue dispuesto en el presbiterio bajo de la parroquia para que este domingo tuviera lugar el acto de veneración tras la función solemne. Se preparó un montaje muy sencillo donde el Cristo fue situado en posición vertical sobre un pequeño monte de corcho salpicado de lirios morados. A su lado se colocaron cuatro altos blandones dorados con cera color tiniebla y los ciriales que van delante de su paso cada Domingo de Ramos.
Detrás aún estaba montado el altar desde el que el Cristo de la Buena Muerte ha presidido su quinario, iluminado por gran cantidad de candeleros, y en el que también había flores de tonos rojizos y morados, varios ángeles y dos pequeños doseles laterales con diversos enseres, como bandejas, sacras, una naveta, un incensario y una cruz, entre otros.
Por otra parte, al fondo veíamos las tallas de San José y San Julián, mientras que la Hiniesta Gloriosa estaba situada en el lugar de culto habitual del crucificado, y el estandarte corporativo ocupaba el lado derecho del presbiterio.