El ciclo carmelita del mes de julio se cerró este domingo con la salida procesional de la Virgen del Carmen de Calatrava, que estuvo en las calles durante cuatro horas. Fue la primera en salir en su adelantada procesión fluvial del pasado día 8 (
ver) y la última en hacerlo ayer cuando, minutos antes de las ocho de la tarde, el cortejo comenzaba su recorrido con el mismo itinerario de años anteriores.
La cruz de guía y el simpecado iban delante, seguidos, por este orden, por las representaciones de las hermandades de San José Obrero, el Rosario del Barrio León, el Carmen de Santa Ana, el Carmen de San Leandro, el Carmen de San Gil, el Carmen Doloroso, los Javieres, el Rosario de San Julián y la Reina de Todos los Santos. Después veíamos el libro de reglas y el estandarte corporativo antes de la presidencia y el cuerpo de acólitos.
Desde el presbiterio de la capilla buscó la puerta el paso de la Virgen del Carmen, comandado por Antonio Santiago y su hijo. Subió la rampa que salva el desnivel entre el suelo del antiguo templo y la altura actual de la calle y, con la dificultad habitual por el tamaño de la puerta, salió con el Himno Nacional interpretado por la Banda de Música María Santísima de la Victoria, de Las Cigarreras.
El paso se detuvo en cuanto realizó la salida y rápidamente se acercaron varios devotos a ofrecer ramos de flores que fueron colocados a los pies de la Virgen. Seguidamente, se produjo la primera levantá y con "La Estrella Sublime", que sonó dos veces, salió a la calle Calatrava y se paró tras la segunda interpretación de la marcha de Manuel López Farfán.
El alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, que casi pudo ver cómo alguien rompía accidentalmente uno de los bolardos amarillos de la Alameda, sacó un momento en la jornada electoral para acudir a contemplar a la Virgen del Carmen. Antonio Santiago lo llevó ante el paso para dedicarle una levantá y pedir "por todos los sevillanos de cualquier condición y creencia", y para "que la Virgen lo cubra con su manto para la responsabilidad que tiene".
Luego, el paso avanzó hasta la Alameda a los sones de "La Virgen de los Desamparados" y llegó a girar a la calle Lumbreras, donde como cada año le dio el sol intensamente a la Virgen. Esta marcha se encadenó con "Virgen de las Aguas" para seguir ganando metros por dicha calle, y posteriormente hubo una chicotá a tambor.
Javier Prieto, uno de los capataces auxiliares, tomó entonces las riendas del paso y dedicó la siguiente levantá, a la altura de Becas, a Manolo Santiago. A continuación, la Banda de Las Cigarreras interpretó "Hiniesta Coronada".
Hay que subrayar el acierto de Emasesa de instalar en esta zona un puesto de reparto de agua para los integrantes del cortejo y para quienes contemplaban la cofradía. Muy de agradecer debido al calor y, especialmente, al sol que caía como una losa por Lumbreras. Ya de noche, en la calle Santa Clara, la empresa pública repartiría más agua entre los presentes.
La siguiente marcha que pudimos escuchar fue "Reina de la O". Con ella, la Virgen del Carmen tomó la calle Santa Clara en dirección al Monasterio de San Clemente. Tras la composición, hubo un relevo de costaleros y después sonó "Coronación de la Macarena", deteniéndose el paso a pocos metros de la puerta del cenobio.
La entrada en el recinto de San Clemente la hizo el paso a los sones de "Reina de San Román", y posteriormente, con "Virgen de los Reyes", se dirigió a la puerta de acceso a la iglesia, coincidiendo la entrada en el templo con el fin de la partitura.
El paso, con un bellísimo exorno floral a base de distintas especies de colores blanco y rosa, fundamentalmente rosas, astromelias, nardos y orquídeas, recorrió el pasillo central hasta quedar parado en el presbiterio, donde la Virgen del Carmen recibió los cánticos de las religiosas cistercienses que habitan el histórico monasterio.
La Virgen del Carmen salió del templo y la Banda de Las Cigarreras la recibió interpretando "Procesión de Semana Santa en Sevilla", a la que siguió luego "Virgen de los Estudiantes" mientras el paso salía de nuevo a la calle Santa Clara.
Llegaba uno de los momentos más esperados cada año en la salida procesional de la Hermandad de Calatrava, como es el discurrir por Arte de la Seda, estrecha calle en forma de L. A ella entró la Virgen con la marcha "Triana, tu Esperanza". Con el final de ésta se lanzó sobre el paso una gran petalada justo en el vértice de la mencionada L. Después el paso se detuvo y más tarde recorrió el resto de la calle hasta casi la confluencia con Lumbreras a los sones de "Reina de Triana".
Anochecía cuando la Virgen del Carmen salió de nuevo a Lumbreras y luego tomaba Santa Clara, todo ello mientras la Banda de Las Cigarreras tocaba "Rocío", marcha seguida posteriormente por las composiciones "Aurora, Reina de la mañana" y "Mi Amargura".
Una parada muy especial iba a tener lugar después, en el punto donde se despidieron las representaciones de las hermandades que habían acompañado a la Virgen hasta aquí, a excepción de San José Obrero, que se marchó antes. La iglesia ucraniana de San Demetrio recibía un año más a la Virgen del Carmen, que llegó hasta allí y se volvió mientras sonaba la composición "Mariúpol", la plegaria musical de Rubén Jordán compuesta con motivo de la invasión rusa de Ucrania. La mencionada ciudad, cuyo nombre significa "Ciudad de María" (aunque no se refiere a la Virgen María), fue devastada el año pasado por las tropas rusas.
El sacerdote Iván Nadorozhnyy, a cargo de esta iglesia ucraniana greco-católica, pronunció unas palabras en su idioma con el paso parado ante el templo. Una mujer tradujo su mensaje, que era básicamente de agradecimiento por el apoyo brindado por los sevillanos y el conjunto de los españoles a los ucranianos en esta guerra. Además, pidió que todos juntos rezaran el Padre Nuestro.
Si no fue casual la marcha con la que la Virgen del Carmen llegó a este punto, tampoco lo fue la que sonó al despedirse, que fue "Virgen de la Paz". Con ella, el paso se dirigió a su siguiente parada, justo al lado, el Convento de María Reparadora.
A los sones de "Madrugá macarena", la Virgen del Carmen se despidió del convento buscando otro, el de Santa Ana, al que llegó poco después tras tomar la calle del mismo nombre mientras sonaba la marcha "Coronación". Como cada año, el paso se adentró por completo en el convento carmelita y el paso se situó ante la zona de clausura para que las religiosas le cantaran a la Virgen.
Posteriormente, el paso volvió a la calle y la banda tocó entonces "El Corpus", siguiendo su caminar por la calle Santa Ana. Este año no estaba en esta calle para cantarle a la Virgen como siempre Ángel Díaz, ni tampoco hubo petalada ni fuegos artificiales. Así, el paso continuó adelante girando luego a Jesús del Gran Poder con "Siempre la Esperanza". Hubo después una chicotá a tambor, a la que siguió otra con la marcha "Pasa la Virgen Macarena"; y tras un relevo de costaleros fue el turno de "Como tú, ninguna".
Llegando casi al final de la calle, la banda interpretó "Esperanza de vida" y después el paso se paró a la altura de un balcón desde el que, ahora sí, Ángel Díaz le cantó a la Virgen del Carmen acompañado de un guitarrista. Luego, con la marcha "Reina, Madre y Capitana", la Virgen recibió una gran petalada organizada por el grupo joven.
La marcha sonó dos veces y duró hasta que el paso llegó a la puerta de la capilla y se dio la vuelta ante ella para quedar detenido dándole la espalda. A continuación, se levantó a pulso y la banda interpretó la Salve Marinera antes de quedarse en silencio para que la cuadrilla realizara la compleja tarea de entrar en el templo. Finalmente, cuando pasaban tres minutos de las doce de la noche, sonaba el Himno de España y la Virgen del Carmen hacía su entrada nuevamente en su casa.
El paso bajó la rampa y fue conducido al presbiterio, donde quedó definitivamente ubicado. Los marineros que habían acompañado a la Virgen del Carmen durante todo el recorrido cantaron la Salve Marinera, dando paso después a los hermanos para cantar la Salve Madre. Se cerró así la procesión de la Virgen del Carmen de Calatrava, y con ella el ciclo carmelita del mes de julio; un ciclo que vivirá una segunda parte, más reducida que la primera, en noviembre.