San Juan Evangelista ha regresado este viernes a la Basílica del Gran Poder después de la restauración a la que ha sido sometido durante unos cinco meses en el taller de Pedro Manzano. Desde las seis de la tarde, en la sala del tesoro de la hermandad estuvo expuesta la imagen que tallara Juan de Mesa en 1620 y que ha recuperado un aspecto de gran esplendor gracias al buen hacer del restaurador.
Posteriormente, tuvo lugar una conferencia del propio Manzano, que explicó paso a paso todo el proceso de restauración, mostrando interesantes fotografías tomadas en estos meses en los que San Juan ha estado retirado del culto.
Así, Pedro Manzano señaló que las principales patologías que presentaba la imagen eran las alteraciones de la policromía por acumulación de suciedad, alfilerazos al vestirla y la existencia de diversos repintes fundamentalmente en el cuello, además de la rotura de algunos dedos de las manos y presencia de insectos xilófagos en varias zonas de la talla, aunque sólo en una de las piernas los insectos llegaron a perforarla generando algunos orificios.
Se practicó un TAC a la imagen para ver dónde había clavos y localizar los diferentes ensambles. También fue analizada mediante luz ultravioleta, que permitió identificar diferentes capas de policromía, localizadas sobre todo en el cuello y en las manos para ocultar las roturas.
El análisis previo posibilitó, junto con las informaciones que se recogen en las actas de la hermandad, determinar que en 1714 se realizó un nuevo cuerpo para San Juan, mientras que en algún momento del siglo XVIII, probablemente en ese mismo año, se cambiaron los ojos primitivos de madera por otros de cristal, como era habitual en dicha época.
Posteriormente, en 1862 Leoncio Baglietto modifica la posición del cuello seccionándolo y recolocándolo de forma que en el paso de palio dirija mejor su mirada hacia la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso. Precisamente, esta intervención va a dar lugar a numerosos problemas de policromía en la zona del cuello, que motivará diferentes restauraciones y repintes entre los siglos XIX y XX. En este último se sabe que fue intervenida la talla en los años 20, en 1954 por Antonio Illanes, en 1972 por Adolfo Castillo y entre 1985 y 1986 por los Hermanos Cruz Solís.
Entrando ya en la intervención de Pedro Manzano, lo primero fue aplicar a la imagen de San Juan Evangelista un tratamiento de atmósfera transformada para acabar por los insectos xilófagos. También se ha eliminado la suciedad acumulada en todas las partes carnosas de la talla. En cuanto a la policromía, se ha recuperado la del siglo XIX y se han sellado con yeso las diferentes grietas existentes. Asimismo, se ha confeccionado un corpiño de cuero para proteger a la imagen durante el proceso de vestirla y se han sustituido los brazos articulados realizando unos nuevos de madera de sapeli.
Una de las mayores dificultades de esta restauración se encontró en el globo ocular izquierdo, que estaba roto y tenía en su interior suciedad en forma de fragmentos de vidrio y serrín. Para solucionarlo, se optó por repararlo y pintarlo de nuevo, con lo que se han conseguido dos cosas: mantener los ojos de cristal añadidos en el siglo XVIII y darle un aspecto policromado muy similar al original de 1620.
A través de todas estas actuaciones, San Juan Evangelista se encuentra ahora en un estado inmejorable, tal y como merece una talla que, como se apuntó en la conferencia, fue "padre y maestro" de las imágenes del Discípulo Amado que desde entonces y hasta la actualidad han reproducido en mayor o menor medida el modelo del creado hace casi cuatro siglos por Juan de Mesa.
Finalizada la conferencia, el hermano mayor del Gran Poder, José Félix Ríos, entregó a Pedro Manzano un cuadro con una fotografía de San Juan Evangelista como agradecimiento por su trabajo, mientras que a los miembros de la comisión de seguimiento de todo el proceso les obsequió con sendos codales que formaron parte del paso del Señor durante la pasada Madrugá.