Quince vástagos nada menos, concebidos quizá entre batalla y batalla. Y es que aunque hoy a algunos sectores les pueda parecer políticamente incorrecto, lo cierto es que del papel de Fernando III como monarca lo más destacable es el gran impulso que le dio a la Reconquista, un largo trayecto histórico iniciado prácticamente desde el mismo momento de la llegada de los musulmanes a la Península, y que culminarían allá por 1492 los Reyes Católicos en Granada.
La fase de la Reconquista protagonizada por el rey santo se centró fundamentalmente en Andalucía. Así, entre 1225 y 1227 se haría con las localidades jiennenses de Andújar, Martos y Baeza, para más tarde, en 1231, conquistar la complicada localidad de Cazorla. El siguiente paso fue devolver al mundo cristiano la ciudad de Córdoba en 1236. Unos años más tarde, el ejército real comandado por el infante Alfonso se desviaría para reconquistar Murcia, mientras que Fernando III seguía ocupado en Andalucía, donde en 1246 se haría con Jaén, y dos años más tarde llegaría a Sevilla, donde la batalla no consistió en un derramamiento de sangre. Tras un tiempo acampado en el actual barrio de San Bernardo, que hoy cuenta con un buen número de calles que recuerdan aquel capítulo de la historia, el rey dio la oportunidad a los musulmanes de abandonar la ciudad de forma pacífica. Como éstos se resistían, la segunda opción fue bloquear el paso de todo tipo de alimentos procedentes de Aljarafe, de forma que, ante la falta de comida, los musulmanes entregaron a San Fernando las llaves de la ciudad el 23 de noviembre de 1248. Se cuenta que antes de salir de Sevilla, los expulsados quisieron derruir la torre de la gran mezquita, la Giralda, aunque el rey, que desplegó en una de sus caras el pendón de Castilla, amenazó con matar a tantos moros como ladrillos de la torre fueran arrancados. Parece que el monarca, que había mandado levantar las catedrales de León y Burgos, sabía reconocer la buena arquitectura.
Aunque las ciudades gaditanas de Medina Sidonia y Arcos de la Frontera fueron también reconquistadas posteriormente por San Fernando, éste quedó para siempre prendado de Sevilla, instaló su residencia en los Reales Alcázares y allí murió aquejado de hidropesía en 1252.
La leyenda atribuye al rey santo la llegada a Sevilla de la imagen de la Virgen de los Reyes, patrona de la ciudad, a cuyos pies se encuentran sus restos en una urna de plata realizada en 1729 regalada por Felipe V. Esta urna es abierta sólo tres días al año: hoy, día de su festividad; el 22 de agosto, día de la octava de la Virgen de los Reyes; y el 23 de noviembre, aniversario de la Reconquista de la capital hispalense.
El papa Clemente X canonizó a San Fernando en 1671 y todos los sevillanos lo tienen por patrón. Bueno, todos no. El alcalde quiere cargarse la fiesta local el año que viene para tener un día festivo más en feria y poder darle al rebujito. Así entiende Monteseirín la memoria histórica con quien concedió a Sevilla el título de Muy Noble. Eran otros tiempos...