El pasado domingo, en una fecha más tardía de lo habitual, salía a las calles desde su Parroquia de San Bartolomé la Virgen de la Alegría, la misma que allá por el Domingo de Resurrección supuso el más claro eslabón que une la devoción de la penitencia y la gloria en Sevilla.
Vistiendo su característico manto color salmón y con flores de diversas especies, fundamentalmente claveles, de color rosa en su paso, la Virgen de la Alegría salió a las calles a eso de las siete y media de la tarde precedida por un cortejo formado por cruz alzada y ciriales, varias parejas de niños con cirios, el Simpecado con los llamativos faroles de metal y cristal, y asta de madera, y los estandartes de la Hermandad de la Luz de San Esteban y el propio de la Alegría.
Tras salir de San Bartolomé, la Virgen de la Alegría buscó la calle que lleva su nombre para, posteriormente, por Céspedes y Levíes, tras pasar por delante de la casa familiar de Miguel de Mañara, salir a la Plaza de las Mercedarias.
Numeroso público seguía a la que es una de las cofradías de gloria más clásicas de la ciudad. En estas primeras calles del itinerario, la Banda de Música Nuestra Señora de la Victoria de Las Cigarreras interpretó marchas como "Nuestro Padre Jesús" o "Virgen de la Paz".
Llamaba la atención en cada levantá el excesivo movimiento del Niño Jesús, lo que solía generar en algunas de las personas que lo contemplaban el clásico murmullo de una mezcla de preocupación y desaprobación. En cualquier caso, no hubo problema alguno durante el itinerario.
Por un brevísimo tramo de Conde de Ibarra y Garci Pérez, la Virgen de la Alegría se introdujo en la calle Vidrio. Se trata de una de las zonas que concita una mayor expectación, sobre todo en el tramo final antes de salir a San Esteban, dado que la estrechez de la calle obliga a los costaleros a ponerse de rodillas y recorrer de esta forma parte de la calle mientras los capataces, los hermanos Villanueva, dan las órdenes precisas para esquivar las cornisas y la banda toca la palillera. Antes de ese momento de tensión y pericia costalera, había sonado la marcha "La Asunción de Cantillana".
Superada la dificultad, el paso continuó su camino por San Esteban hacia la iglesia del mismo nombre. "Hiniesta Coronada" y "Aurora de Santa Marina" fueron las marchas escogidas para este tramo hasta llegar a la puerta ojival dentada del templo, hacia la que se volvió como saludo a la Hermandad de San Esteban, que con su estandarte estaba contemplando el cortejo. Tras la parada ante esta representación de la cofradía del Martes Santo, la Virgen de la Alegría siguió hacia la Plaza de Pilatos a los sones de "Desamparados".
Minutos antes de las once y media de la noche regresaría de nuevo a su templo la Virgen de la Alegría, no sin antes visitar a otra hermandad del Martes Santo que reside igualmente en la Judería, como es la Candelaria. La penitencia y la gloria unidas siempre de la mano de la Alegría de San Bartolomé.