Jerez volvió a regalarnos ayer una jornada histórica de la mano, nuevamente, de la Hermandad de la Candelaria, la misma que ya el pasado mes de octubre, cuando la recuperación del culto público externo se veía imposible, celebró el rosario de la aurora con su dolorosa (ver). En esta ocasión, fue Nuestro Padre Jesús de las Misericordias, acompañado de la Santa Mujer Verónica, quien salió a las calles del barrio de La Plata coincidiendo con el X aniversario del vía crucis de las Jornadas Mundiales de la Juventud celebrado en Madrid, y en el que participó esta corporación con su paso de misterio.
Los cofrades de la Candelaria jerezana conmemoraron aquel hito histórico trasladando al Señor de las Misericordias hasta el patio del colegio salesiano Manuel Lora Tamayo, donde se rezaron las catorce estaciones del vía crucis, marcadas por otras tantas cofradías de penitencia de la Semana Santa.
El nuevo obispo de la Diócesis de Asidonia-Jerez, José Rico Pavés, fue el encargado de oficiar a las siete y media de la tarde en la Parroquia de Santa Ana una misa solemne previa al acto, y posteriormente integró el cortejo hasta el colegio acompañado por el párroco, Enrique Soler. La propia parroquia conmemoró la efeméride como también lo hizo hace ahora diez años mientras el Moreno de La Plata estaba en Madrid: con la bandera vaticana ondeando desde la espadaña y con algunas banderolas con el emblema de la JMJ.
Cuando finalizó la eucaristía, pasadas las ocho y media de la tarde, el cortejo de la cofradía se puso en camino, encabezado por la antigua cruz de guía, dado que la actual esperaba junto a las de otras trece hermandades en el colegio salesiano. El guión de la juventud y el estandarte corporativo (insignia que en Jerez se suele llamar guión de cofradía) fueron las insignias utilizadas en este traslado para el que el Señor de las Misericordias y la Verónica fueron ubicados sobre las andas de la Virgen del Amparo de la Hermandad de la Sed, las mismas que precisamente se utilizaron el pasado mes de julio en los traslados de Santa Marta (ver y ver), aunque iluminadas ahora por los candelabros del paso de misterio de la cofradía de la Candelaria.
El Señor, que llevaba su cruz de salida y una túnica morada lisa, iba delante, mientras que la Verónica, al contrario que en el misterio cada Lunes Santo, se situó detrás, sosteniendo el paño con el rostro de Cristo. Ambos pisaban un monte de corcho salpicado de flores silvestres como las que adornaban el friso y las esquina de las andas, dando lugar a una acertada composición cromática.
Las andas fueron en silencio durante todo el camino, lo que no fue óbice para que en el momento de la salida los devotos rompieran en un aplauso motivado por la emoción de volver a ver en las calles, tras más de dos años, al Nazareno de las Misericordias, magnífica talla del jerezano Francisco Pinto, acompañado por la Verónica de Antonio Castillo Lastrucci.
En su camino al colegio salesiano, el Señor de las Misericordias rodeó la Plaza de la Constitución antes de tomar la Avenida del Amontillado, una de las arterias de esta zona de Jerez en la que el vino y el flamenco se dan la mano en el callejero. El capataz Domingo Gil iba al frente de las andas, en las que se colocó el llamador del paso de palio de la Candelaria. A lo largo del traslado, los hermanos se irían turnando y se produciría lo que ya va siendo habitual en los diversos cultos externos a los que hemos asistido desde que comenzó la pandemia: la desinfección de las varas de las andas.
En cada parada, el obispo se daba la vuelta para contemplar al Señor de las Misericordias, primer titular de las cofradías jerezanas que tiene ocasión de ver en las calles desde su reciente toma de posesión el pasado 31 de julio. Se le veía sonriente al obispo y orgulloso de lo que estaba viviendo; buena señal.
Desde la Avenida del Amontillado, el Señor giró hacia la Avenida de San Juan Bosco en este breve traslado de ida hasta el colegio Manuel Lora Tamayo, al que no tardó en acceder por la puerta situada junto al Santuario de María Auxiliadora, sede de la Hermandad de la Redención. La cruz de guía de esta hermandad del Jueves Santo era una de las que aguardaban perfectamente dispuestas en el patio, donde también estaba la réplica de la cruz de San Juan Pablo II del Año Santo de la Redención (1984). La cruz original fue un regalo del entonces Papa a los jóvenes del mundo para que la hicieran peregrinar, mientras que la réplica que pudimos ver ayer fue un regalo a la juventud jerezana entregado en plena JMJ en Madrid.
El Señor de las Misericordias accedió al patio y fue situado entre dicha cruz de los jóvenes y la cruz de guía de la vecina Hermandad de la Piedad, que iba a marcar la última estación del vía crucis.
Con el Señor ya dispuesto para presidir el acto, comenzó el rezo del vía crucis desde un atril tras el que se ubicaron el guión de la juventud de la Candelaria y su propio estandarte. Para las lecturas de cada estación se leyeron los mismos textos escritos por las Hermanas de la Cruz para el vía crucis de la JMJ.
El orden de las cruces de guía, basado, en unos casos más que en otros, en el misterio que representan sus pasos de misterio, era el siguiente: el Transporte, la Redención, Pasión, la Yedra, el Consuelo, las Tres Caídas, la Salvación, la Candelaria, el Cristo, las Viñas, la Buena Muerte, el Perdón (recientemente hermanada con la Candelaria), las Angustias y la Piedad.
En todos los casos, varios jóvenes de cada hermandad se encargaban de portar una sencilla cruz de madera y la elevaban ante cada cruz de guía, donde permanecían durante la lectura y las oraciones de las estaciones. Acabada la estación correspondiente, jóvenes de la siguiente hermandad tomaban el madero y lo conducían hasta su cruz de guía, rodeando así poco a poco el patio del colegio que fue escenario de este singular rezo del vía crucis.
Tras el rezo de la última estación, la cruz de madera se llevó ante el Señor de las Misericordias para el rezo de la oración final, culminando así el vía crucis.
Seguidamente, se puso en marcha la hermandad para el regreso a Santa Ana, con un trayecto más largo al de ida para así recorrer algunas calles del barrio. Eso sí, un hermano encargado de la organización avisó por megafonía de que a esa hora estaba lloviendo en Chiclana y que las nubes podrían llegar hasta Jerez. ¿Sería posible que tras más de dos años sin el Señor de las Misericordias por su barrio la lluvia lo estropeara? Pues no, no iba a ser posible, salvo por unas gotas casi imperceptibles que caerían más tarde en una calle con grandes árboles.
Así pues, los hermanos volvieron a elevar sobre sus hombros al Señor y a la Verónica, y se encaminaron nuevamente a la Avenida de San Juan Bosco, aunque antes de salir se detuvo junto a la característica fachada del santuario salesiano.
Antes de girar a la Avenida de la Soleá, llevaron sobre sus hombros al Señor durante una chicotá el párroco de Santa Ana y el hermano mayor de la Candelaria. "Ésta es la foto", decía un hermano. Que Enrique Soler es, además de párroco, un orgulloso cofrade no hay ni que decirlo.
El recorrido siguió por las calles La Plata, Fernando de la Cuadra (donde cayeron esas inútiles gotas), Pizarro y José de Arce. Aquí se vivió un momento muy especial cuando el hermano mayor advirtió la presencia de la madre de 'Nene', de José María Morales Añón, querido cofrade candelario fallecido hace aún menos de un año. Las andas se volvieron para que la mujer, desde su silla de ruedas y secándose las lágrimas, mirase a la cara a su Señor de las Misericordias. Los cofrades aplaudieron el gesto, como hacían de tanto en tanto los vecinos desde sus ventanas, muchas de ellas adornadas con colgaduras y reposteros propios del Lunes Santo. El de ayer también fue un día grande.
Finalmente, por Arrumbadores el Señor llegó de nuevo a la Plaza de la Constitución rodeando el edificio del mercado del barrio y teniendo también que sortear algunos cables con la ayuda de una pértiga.
La cofradía acumulaba un cierto retraso sobre el horario previsto; aunque no era momento de mirar el reloj. Ni mucho menos. "No corráis, que esto se acaba", decía el capataz. Y cuando el Señor llegó hasta la fachada principal de la parroquia, avanzando las andas muy despacito, los hermanos empezaron a cantar la plegaria que compusiera el recordado 'Nene' y cuyo estribillo dice "Misericordias, Misericordias te aclaman; María Candelaria te llaman; en tu barrio y en las calles jerezanas; Lunes Santo por la noche de madrugada".
Y de nuevo las palmas para despedir al Señor de las Misericordias, que entró en la casa hermandad anexa al templo mirando hacia la calle. Los hermanos no querían que acabara un momento tan mágico, por lo que el Señor volvió a asomarse a la plaza en dos ocasiones antes de entrar definitivamente pasadas las doce de la noche.
Fue de nuevo Jerez y fue de nuevo la Candelaria quien nos regaló otra luz y otra esperanza. Y lo hizo rezando y rememorando el vía crucis que marcó un antes y un después en los 65 años de historia de esta corporación del humilde barrio de La Plata.