viernes, 10 de octubre de 2025

LA VIRGEN DEL SANTO ROSARIO, CON EL MANTO DE LAS MARIPOSAS


La Hermandad de la Macarena celebró los pasados domingo, lunes y martes el besamanos a Nuestra Señora del Santo Rosario; un culto para el que la imagen fue situada en el presbiterio de la Basílica sobre una alfombra, y en el que la ausencia de la Esperanza permitió por fin que la Virgen letífica fuera el único punto de atención del altar durante los cultos en su honor, algo de lo que no se pueden beneficiar nunca ni esta imagen ni sus devotos, que también los tiene.
La Virgen del Santo Rosario se encontraba vestida con el manto granate conocido como el de las mariposas y con la saya de los encajes. Asimismo, lucía diferentes enseres de orfebrería de plata, tales como la ráfaga, la corona, el cetro y la media luna. El Niño, por su parte, vestía una túnica de color crudo y tenía también una corona de plata. Además, entre ambos sujetaban un rosario de grandes cuentas blancas.
La Virgen, que estaba colocada sobre su peana de besamanos de madera dorada, estaba flanqueada por dos candelabros de plata con largas velas blancas sobre sendos pies de madera dorada de base cuadrada. En los laterales había dos mesas de madera con un farol y dos guardabrisas cada una. Y tras cada mesa, un espejo con un artístico marco en medio de un gran arco de flores.
Al fondo, ante un enorme cortinaje de terciopelo rojo que cubría al completo el retablo mayor, se situaba la pintura de Santo Domingo y la Virgen del Rosario propiedad del Convento de Madre de Dios, cedido para esta ocasión. Y delante de éste, un frontal de altar sobre el que estaban el sagrario, dos guardabrisas, algunos candeleros, unas jarras con flores de talco y dos relicarios. Finalmente, en los laterales se podían ver dos grandes candelabros con luz eléctrica sobre columnas blancas de fuste acanalado, mientras que las cornisas del presbiterio contaban con anchos frisos de flores.
































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