martes, 24 de mayo de 2016
UNA DEVOCIÓN CORONADA
La Hermandad de Santiago Apóstol de Castilleja de la Cuesta verá coronada a su dolorosa titular, Nuestra Señora de la Soledad, el próximo 18 de junio. Con este motivo, la cofradía aljarafeña ha elaborado un amplio programa de actos entre los que se encuentra la exposición "Una devoción coronada", que hasta este domingo 29 de mayo se puede visitar en el Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla, en su sede de la calle Sierpes.
Se trata de una perfecta oportunidad para conocer, sin salir de Sevilla capital, el rico patrimonio que atesora esta hermandad de la provincia, que como han hecho otras anteriormente, aprovecha el impagable escaparate que supone el Mercantil, principalmente en esta semana del Corpus Christi. De hecho, la Hermandad de Santiago Apóstol, que hunde sus raíces en el siglo XVI, montará un altar para la procesión del próximo jueves.
Recorremos como es costumbre la exposición paso a paso, comenzando por el patio, donde se encuentra, ante un alto dosel, el simpecado de la hermandad, bordado en oro y sedas sobre terciopelo rojo, con un óleo sobre lienzo y tabla, y asta de plata. El diseño es de Juan Oliver Míguez, el bordado corresponde a las Hermanas Trinitarias de Sevilla, la pintura es del propio Juan Oliver y el asta de Fernando Marmolejo Camargo (1942-1943). Es una bellísima pieza que ha sido restaurada coincidiendo con la Coronación Canónica por Bordados Salteras, Manuel Luque Posada y Orfebrería Bernet.
Siguiendo el recorrido propuesto, antes de entrar en la primera sala encontramos una vitrina con una serie de documentos históricos de la hermandad, entre los que encontramos varios libros de cuentas, de reglas, de inventario y de actas correspondientes a los siglos XVIII al XX.
En la primera sala nos recibe el palio de la Virgen de la Soledad, bajo el que sale a las calles de Castilleja de la Cuesta cada Viernes Santo. Todas las piezas que lo componen están diseñadas por Juan Oliver Míguez. Las bambalinas, bordadas en oro, plata y sedas sobre terciopelo rojo, fueron confeccionadas por las Hermanas Trinitarias (1940-1950); el techo, de los mismos materiales, además de marfil para la figura de Santiago Apóstol de la gloria y varias elementos de orfebrería en las cartelas, son de Agustina Gómez, de la localidad onubense de Cortegana (1960-1970); los varales, de metal plateado, son obra de Andrés Contreras Ramírez (1942); y las jarras, del mismo material, son de Fernando Marmolejo Camargo (1943).
Bajo el palio, en una vitrina, se muestra la corona de la Virgen, una auténtica joya de Fernando Marmolejo (1944) conocida como la Grandiosa por su tamaño. Está labrada en plata sobredorada y en su color, y piedras preciosas. Tan lograda corona le fue impuesta a Nuestra Señora de la Soledad el Domingo de Ramos de 1944, día 2 de abril, por el párroco de Castilleja, Juan Ruiz Picón. Será la misma corona que se le imponga a la Virgen en el acto de la Coronación Canónica, para lo que ha sido restaurada por el cordobés Manuel Valera.
Junto a la corona se muestra el tornillo que la sujeta a la imagen, que es un estreno de este año. Está realizado en plata bañada en oro y pedrería por Orfebrería Villarreal, siguiendo el diseño de las mariquillas que posee la dolorosa en su ajuar. Es un regalo de los antiguos hermanos mayores de la corporación.
En una de las paredes de la sala se encuentra el manto procesional de terciopelo rojo bordado en oro. Se desconoce su autor y su fecha exacta de ejecución, aunque se sabe que es de la segunda mitad del siglo XIX. Bordados Salteras lo ha restaurado y enriquecido, además de confeccionar una nueva blonda de oro, todo ello sufragado por el grupo joven para la Coronación.
A ambos lados del manto se muestran los candelabros de cola del paso de palio, realizados en metal plateado por Manuel Seco Velasco en 1959. Han sido restaurados y plateados este año por Orfebrería Bernet.
El día de su Coronación Canónica, Nuestra Señora de la Soledad estrenará unas enaguas donadas y confeccionadas por Carmen Guerra Sánchez, hermana de la corporación. Son de tela de semihilo de color blanco, entredós y tiras bordadas.
Seguimos con una toca de sobremanto bordada en oro y plata sobre malla, con pedrería. Es de Bordados Salteras, de 2003, según diseño de José Manuel Azuaga Pozo.
Bajo la toca se exponen dos sayas. La primera es de terciopelo negro bordada en oro por autor desconocido en la segunda mitad del siglo XIX. Fue pasada a nuevo tejido en 1986 y restaurada y enriquecida diez años después.
A su lado, la saya de terciopelo de seda color burdeos con bordados en oro. Está atribuida a Patrocinio López y es de mediados del siglo XIX. Ha sido restaurada y pasada a nuevo soporte este año por Bordados Salteras.
Bajo una foto de Nuestra Señora de la Soledad, podemos observar los respiraderos delanteros del paso de palio, realizados por Andrés Contreras en metal plateado en 1942, y restaurados y plateados este año por Orfebrería Bernet; algunas piezas de la candelería, obra de Orfebrería Villarreal en plata (2007-2009); las jarritas, labradas en plata por Agustín Donoso en 2000, siguiendo el estilo de las jarras laterales; y el faldón delantero, bordado en oro sobre terciopelo rojo en 2003 por Bordados Salteras, según diseño de José Manuel Azuaga.
A continuación, se muestra otra toca de sobremanto, bordada en oro y sedas por Sobrinos de Caro, según el diseño de Alfonso Chaves Tejada. Ha sido restaurada este año por Bordados Salteras.
Debajo, tres sayas. La primera, de tisú blanco bordado en oro, aunque originalmente se bordó sobre terciopelo rojo, por José y Victoria Caro en el primer tercio del siglo XX, atendiendo al diseño de Juan Oliver Míguez.
Del mismo diseñador es la saya de terciopelo rojo con bordados en oro, plata y sedas, confeccionada en 1952 por el taller de Sobrinos de Caro.
Y de José Librero Fernández es la saya azul con pecho a juego, realizada entre 2012 y 2014 en terciopelo azul pavo, con bordados en oro.
Haciendo juego también con esta última saya encontramos el fajín de lazo de terciopelo azul pavo, hilos de oro y cristales de Swarovski. Es obra de Bordados Salteras de 2014.
Sobre el lazo se expone un pañuelo de encaje de hilo de oro, realizado por Alfonso Aguilar Martín. Es una donación del grupo de camareras de la Virgen para la Coronación Canónica.
Vemos ahora la saya de la Coronación, confeccionada en tisú de plata con bordados en oro y pedrería. Es obra de Bordados Salteras de este mismo año, según diseño de José Manuel Azuaga Polo. Ha sido donada por Rosa Luque Tovar, camarera de honor y madrina de la Coronación.
Enmarcado se muestra el óvalo del simpecado conmemorativo de la Coronación Canónica, que se estrenará en 2017. La pintura, en óleo sobre lienzo, es de Francisco José Reyes Villadiego. De la confección del simpecado se está ocupando María Jesús Rodríguez Vera.
Debajo vemos el fajín de teniente general donado a la Virgen de la Soledad por Fernando Mosquera Silvén, del Mando Aéreo del Estrecho y Segunda Región Aérea. El acto de imposición tuvo lugar en la Plaza de Santiago de Castilleja el 21 de septiembre de 2002. Ese mismo día un grupo de hermanos donó un broche con el emblema de la Aviación.
Alrededor del fajín y el emblema se muestran varias joyas: un ramillete de azahar realizado en plata por Agustín Donoso en 2002, que lleva en sus manos la Virgen de la Soledad en su salida de gloria del Domingo de Resurrección; una corona de espinas de oro, obra de Jesús Domínguez (1970); el cetro de plata de ley dorada, de autor anónimo (siglo XIX), que también lleva la Virgen el Domingo de Resurrección; y una azucena de plata labrada por Manuel Vicente Casado y donada para la Coronación Canónica por Ildefonso López.
Frente al manto rojo antes descrito, se muestra el manto procesional de terciopelo negro bordado en oro en 1890. Se atribuye a las Hermanas Antúnez.
A continuación, en una vitrina se nos muestra en primer lugar una diadema de metal dorado realizada este año por Orfebrería Bernet y Orfebrería Terriza. Ha sido donada por la junta de gobierno y estrenada el pasado Viernes Santo, cuando la Virgen de la Soledad la llevó bajo palio.
A su lado, vemos una corona de camarín de plata dorada, obra de la Joyería Dalmás en la década de los años 50 del pasado siglo.
Y junto a ésta, se nos muestra una diadema de plata de ley y pedrería, realizada por autor desconocido y adquirida por Dolores Cabrera para la Virgen en 1911.
En una vitrina aparte, se encuentra en solitario una corona de gloria de finales del siglo XVIII. Está realizada en plata y pedrería por Juan Bautista Zuloaga.
Concluye esta primera sala con una vitrina central en la que se pueden ver diferentes enseres, como encajes, pañuelos, pendientes, rosarios, unos brazaletes, la Medalla de Castilleja de la Cuesta, varios broches, una cruz pectoral y un puñal de oro, rubíes y circonitas de Jesús Domínguez (década de 1970).
Pasamos a la segunda sala de la exposición y lo primero que nos encontramos es un panel explicativo en el que se cuenta al visitante que la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, anónima de finales del siglo XVI, tiene unos rasgos, fundamentalmente por la ausencia de lágrimas y un rictus evidente de dolor, que permiten que sea adaptada para la representación tanto de los momentos de la pasión como de la gloria.
Así, en Navidad tiene lugar la novena de Adviento, conocida como las Jornaditas, durante las cuales la Virgen, junto a una talla de San José, representa cada día una escena diferente relacionada con los acontecimientos previos al nacimiento de Jesús. Además, durante la Epifanía, la Virgen forma parte de la escena de la Adoración de los Reyes Magos mientras está en besamanos.
Posteriormente, el Viernes Santo sale como dolorosa bajo palio, aunque hubo una época, entre 1880 y 1940, en que salía en un misterio del Duelo, como la sevillana Virgen de Villaviciosa; y el Domingo de Resurrección pasa a Virgen de gloria en la procesión de la Pascua.
Además, aunque actualmente no ocurre, las reglas contemplan la posibilidad de vestir a la Virgen con la iconografía de la Divina Pastora formando parte de la procesión de Santiago Apóstol el 25 de julio, y ataviada como la Virgen de los Reyes para salir el 15 de agosto.
Con esta interesante información, nos adentramos en la segunda sala, donde nos llama la atención en primer lugar la reproducción del cupón conmemorativo de la Coronación Canónica editado por la ONCE para el sorteo del pasado Domingo de Ramos.
Seguimos con una escena perteneciente a las mencionadas Jornaditas, con la presencia de un Niño Jesús y una mula, obra de Juan Blanco Pajares, de madera policromada, realizada en la década de los años 40 del pasado siglo. Sobre esa mula se llega a colocar en algunas de dichas escenas la Virgen de la Soledad.
A su lado, en una vitrina, se muestra un curioso personaje del decorado de las Jornaditas. Se trata de un pastorcito de madera policromada, tallado por un autor desconocido en el siglo XVIII y que recibe el nombre de Cuquilá, muy popular sobre todo entre los niños de la localidad.
Y también en las Jornaditas adquiere protagonismo la talla de San José que vemos a continuación, tallado en madera policromada y estofada en el siglo XVIII. Según los expertos, puede atribuirse al círculo de Francisco Antonio Gijón. Por su parte, el Niño que lleva en brazos es del siglo XVII y de autor también desconocido.
A su lado, se muestra un panel con nueve fotografías, una por cada escena de las que se representan en el altar de la Parroquia de Santiago durante las Jornaditas. Son las siguientes: "Los Santos Esposos en el Monte Tabor", "José y María en la ciudad de Naín", "Desde Naín a los campos de Samaría", "En el pozo de Siquén", "Desde Siquén hasta Necmas", "Parajes cercanos a Jerusalén", "En la ciudad de Jerusalén", "Desde Jerusalén hasta Belén" y "Nacimiento del Señor en Belén".
Continuamos con un cayado de la década de los 40, diseñado por Juan Oliver Míguez y realizado en metal plateado por autor desconocido.
Vemos ahora un óleo sobre lienzo de Alfonso Chaves Tejada de 1967, donde está la Virgen de la Soledad ataviada como Pastora.
Bajo la pintura, se muestran en una vitrina algunos elementos utilizados para vestir a la Virgen de Pastora. Así, observamos un sombrero de autor desconocido confeccionado en oro y flores de tela en 1944; una aureola de plata dorada, zafiros rojos y circonitas, de Orfebrería Villarreal (2010); y una pelliza de astracán de seda blanca realizada por Dolores Cabrera en 1910.
A continuación, observamos diferentes enseres del ajuar de la Virgen, como la ráfaga con la que sale a las calles en su procesión de gloria del Domingo de Resurrección, de metal plateado y dorado, labrado por Juan Bautista Zuloaga a finales del siglo XVIII; el manto de terciopelo verde bordado en oro por autor desconocido a finales del siglo XX; otro traje de Pastora de Dolores Cabrera Pérez, éste de moaré de seda blanco e hilos de oro y seda (1910); una nube de querubines de madera policromada y estofada, de finales del siglo XVIII, de autor desconocido; una media luna de metal plateado y dorado de Juan Bautista Zuloaga (finales del siglo XVIII); y la peana del paso de gloria, de metal plateado, de Orfebrería Maestrante (1997).
Junto a todo este ajuar vemos los arcángeles que forman parte del paso de gloria (Miguel, Gabriel, Rafael y Ángel de la Guarda), tallados en madera de pino policromada y estofada, con ropajes bordados en oro y atributos de metal plateado (década de 1850-1860). Han sido restaurados este año por Diana Adán García.
A su lado, vemos una curiosidad, como es el sillón donde la Virgen de la Soledad aparece sentada normalmente en el besamanos de la Epifanía, así como antiguamente en las procesiones del 15 de agosto. Es de madera y plata con bordados en oro. Sobre el asiento se expone la corona inspirada en la de la Virgen de los Reyes, de Fernando Marmolejo Camargo (1942) y labrada en metal dorado y pedrería. Y debajo, los zapatos, que son un réplica de los originales, de Dolores Cabrera (1911). Los actuales son de María Jesús Rodríguez Vera y Ana María Torres Míguez, que en 2014 los confeccionaron en raso duquesa crudo e hilo de oro.
Seguimos con una cruz de rocalla de madera dorada y espejos, realizada a finales del siglo XVIII por un autor desconocido. Es utilizada para abrir el cortejo de las procesiones de gloria de la Virgen de la Soledad.
A su lado, se muestra un traje de armao, cuerpo que formó parte del cortejo de la procesión del Viernes Santo entre el siglo XIX y mediados del XX.
La muestra también ofrece la ocasión de contemplar las imágenes de San Juan Evangelista y las tres Marías. Es un conjunto escultórico realizado en 1872 por un imaginero que no se menciona y que formó parte del misterio del Duelo en el que salió la Virgen de la Soledad entre los años 70 del siglo XIX y la década de los 40 del XX, en que la Soledad volvió a salir bajo palio en solitario. Las Marías han sido restauradas este año por Pablo Lanchares, que suponemos seguirá con San Juan próximamente, dado que la talla presenta importantes desperfectos en su cabeza y en la mano izquierda.
En el lugar de la Virgen se expone un manto de terciopelo negro bordado en oro por autor desconocido en el siglo XIX.
La muestra sigue con la cruz de guía de la salida procesional del Viernes Santo, de metal plateado. Es obra de Andrés Contreras Ramírez, de 1942. A ambos lados de la cruz de guía observamos los antiguos faroles que la acompañaban, también de metal plateado, pero de autor desconocido y de la primera mitad del siglo XX.
Vemos a continuación los hábitos de los nazarenos de la cofradía, diseñados por Juan Oliver Míguez en la década de los años 40. El de los nazarenos del paso del Santísimo Cristo de los Remedios en el Santo Sepulcro se compone de túnica y antifaz de terciopelo negro con capa de raso también negra. Se acompaña de botonadura de terciopelo del mismo color. Por su parte, los nazarenos del paso de palio de la Soledad visten túnica y capa de lana de merino o similar de color crema, y antifaz de raso de color rojo, mismo color que la botonadura. En ambos casos, llevan la cruz de Santiago en el antifaz, cíngulo rojo y el escudo en la capa.
Los nazarenos que se encuentran en la exposición llevan sendas bocinas que forman parte del cortejo de la Virgen de la Soledad. La orfebrería es de metal plateado, de mediados del siglo XX y realizada por Manuel Seco; el bordado en oro y sedas sobre terciopelo rojo es de Benjamín Pérez, de 1994.
Entre ambos nazarenos se puede ver un óleo sobre lienzo pintado en 1880 por Juan Fernández Vizcaíno, donde se representa a la Virgen de la Soledad en un retablo entre jarras de flores y vestida por completo de negro.
Bajo el cuadro, se encuentra el libro de reglas de 1795, en el que vemos las representaciones del Santísimo Sacramento y la Virgen de la Soledad, pintadas por autor desconocido sobre pergamino.
A su lado, se ven dos varas pequeñas de metal plateado, del siglo XVIII, con el emblema del Santo Sepulcro y el nombre de la hermandad alrededor.
Y al otro lado, una demanda de plata, realizada en 1732 por un platero llamado Gómez.
A continuación, encontramos una vitrina donde se exponen un retablo cerámico de la Soledad realizado por Juan Olíver Míguez en la fábrica de Manuel Ramos Rejano en 1953; las partituras de las marchas "Mater Admirabilis"(Francisco Pastor Bueno, 2007) y "La Virgen de Santiago" (Francisco Javier Parra Medina, 2016), y del "Himno a Nuestra Señora de la Soledad", compuesto por Víctor López López con motivo de la Coronación Canónica; y un óleo sobre tabla de la Virgen de la Soledad con mantilla, pintado por Alfonso Chaves Tejada en 1968.
En otra vitrina se muestran varios elementos relativos a la Coronación Canónica, como el logotipo y la orla de cultos; tres medallas de la hermandad, partituras de composiciones vinculadas con la cofradía, estampas y publicaciones relacionadas con la Virgen de la Soledad y el documento que certifica la realización de las figuras del misterio del Duelo en 1872, perteneciente al Archivo Parroquial de Santiago.
Finalizamos con una serie de instrumentos musicales que aluden a las diferentes agrupaciones de la hermandad, como la Banda de Cornetas y Tambores Nuestro Padre Jesús de los Remedios y los coros de Nuestra Señora de la Soledad: el masculino, con cántaros y campanillas, y el femenino, con castañuelas, panderetas con cascabeles y cañarrascas de huesos de cordero.
Es completamente aconsejable la visita a esta exposición que nos muestra una rica hermandad del Aljarafe sevillano. Rica en historia y en tradiciones, pero también, como es obvio, en un patrimonio material que la propia hermandad se preocupa por conservar adecuadamente, ya que, como hemos visto, muchos de los enseres han sido restaurados recientemente.
Ojalá esta exposición sirva para que muchos sevillanos se acerquen a Castilleja de la Cuesta el próximo 18 de junio y disfruten junto a los cofrades de la Hermandad de Santiago Apóstol de una nueva jornada destacada en su dilatada trayectoria.
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