No había amanecido, aunque poco a poco el cromatismo del cielo iba ganando azul, cuando el Señor de la Sagrada Cena, sobre el paso del Cristo de la Humildad y Paciencia, salía de la Iglesia de los Terceros para, tras el paréntesis de la lluvia de 2023, cumplir con la costumbre de conformar un altar en la puerta lateral del Palacio Arzobispal.
La Escolanía Salesiana María Auxiliadora lanzaba al aire los cantos litúrgicos correspondientes a la festividad del Corpus Christi y el Señor comenzaba su recorrido, rápido en cuanto al andar de los costaleros. Vestía en esta ocasión túnica blanca de raso y mantolín de terciopelo rojo, piezas ambas bordadas en oro por Mariano Martín Santonja. Asimismo, lucía las potencias de salida y en la mano izquierda sujetaba el cáliz donado por la Hermandad de las Aguas.
El estreno estaba en el cíngulo, realizado en oro entrefino con cinco vueltas alrededor de la cintura y rematado por borlas de canutillo y bellotas. Ha sido un regalo de un grupo de hermanos de la corporación del Domingo de Ramos.
Desde la calle Sol, y a las órdenes del capataz Juan Alfonso Morillo, el Señor de la Cena se dirigió a la plaza de los Terceros y a la calle Alhóndiga, donde un monaguillo sufrió un desvanecimiento motivado por el calor. Y es que, aunque aún no había amanecido por completo, ya se notaban las altas temperaturas que se iban a soportar durante el día. El monaguillo fue rápidamente atendido sin mayores consecuencias.
Este año el exorno floral del paso ha seguido la combinación de la vestimenta del Señor, ya que a los claveles blancos de las jarras, de los centros en distintos puntos del canasto y del friso, hay que sumar claveles rojos en forma de alfombra alrededor de la imagen. No faltaban, claro está, los racimos de uvas y las espigas de trigo salpicando todo el conjunto.
Era ya completamente de día cuando el Señor de la Sagrada Cena pasaba por la plaza de San Leandro, donde hubo un relevo de costaleros, y luego tomaba la calle Zamudio hacia la plaza de San Ildefonso y la calle Boteros.
Este traslado es siempre muy rápido, con el paso andando de forma decidida y sin concesiones. La vuelta ya es otra cosa. De hecho, el capataz mostró en todo momento su preocupación por que el cortejo dejara la suficiente distancia como para que cada chicotá fuera larga y no hubiera que parar demasiadas veces.
Tomó entonces el Señor de la Cena la calle Odreros hacia la Alfalfa, y por Jesús de las Tres Caídas buscó la Cuesta del Rosario, bajándola hasta tomar la calle Francos, donde tuvo que pasar junto al altar instalado por la Hermandad de las Aguas en la misma esquina.
En este punto el paso comenzó a pisar la alfombra de romero que cada año se coloca en el suelo del recorrido de la procesión eucarística; una alfombra menos tupida que la de años anteriores, en los que los costaleros iban provocando a su paso montones de romero que se acumulaban en los laterales.
También fue el Señor de la Cena la primera imagen que pasó por delante de los altares montados por las hermandades del Santo Entierro y Santa Lucía, parando luego en la confluencia entre Francos y Placentines para que hubiera otro relevo de costaleros.
Después del relevo bajo las trabajaderas, el Señor de la Cena continuó su camino disponiéndose a bajar la Cuesta del Bacalao, aunque antes hubo que hacer otra parada en principio no prevista en Placentines porque el cortejo no avanzaba. Cuando lo hizo, el paso bajó la cuesta aunque con una nueva parada, esta vez casi en la unión de Argote de Molina con Conteros. Finalmente, por Álvarez Quintero salió el Señor a la calle Alemanes y ya sin detenerse llegó a Cardenal Carlos Amigo.
Situado a la altura de la puerta lateral del Palacio Arzobispal, el paso comenzó a girar para ocupar su lugar de cara a la procesión eucarística que en unos minutos iba a comenzar a salir por la Puerta de los Palos. Con los costaleros dados la vuelta tras una última parada en la calle, el Señor de la Cena se adentró en esta zona del palacio, aunque luego el paso salió algunos centímetros para que los zancos delanteros apoyaran directamente sobre la acera, y los traseros en el zaguán.
Cuando el paso se detuvo, quedó instalado el último de los altares callejeros del Corpus 2024, el último de los catorce montados en esta ocasión y que en la próxima entrada repasaremos uno a uno indicando su ubicación y el resultado del concurso convocado por el Ayuntamiento.
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