La Parroquia de San Vicente acogió este fin de semana el besamanos a Nuestra Señora de la Cabeza, que se encontraba en el presbiterio alto, elevada sobre su peana procesional. Llevaba el manto procesional de la Virgen de los Remedios y una saya de la Virgen del Rosario, piezas ambas del siglo XIX.
Lucía la corona de salida, y en el pecherín tenía un puñal, una cruz pectoral y un pequeño broche. A la altura del vientre, llevaba varios broches más, entre ellos uno con el escudo de la hermandad. Sujetaba un rosario con la mano izquierda y ofrecía a los devotos la derecha.
Flanqueando a la dolorosa de la Cabeza había dos parejas de blandones de madera dorada con cirios blancos. Y entre cada pareja se colocó un pie dorado que elevaba una jarra del paso de palio con diversas flores blancas.
Detrás estaba montado el altar del triduo celebrado la semana pasada, formado por un graderío de madera dorada en el que se podía ver una gran cantidad de candeleros, así como más jarras del palio con las mismas flores. En la parte superior del altar había un dosel con gotera bordada sobre terciopelo rojo, crestería de madera dorada y un resplandor en el centro.
Por último, hay que indicar que un cortinaje de damasco rojo de enorme tamaño ocultaba el retablo mayor de San Vicente, ante el que colgaban varias lámparas de cristal de araña.
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